Julio 16, 2024
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IMPULSO/ Raúl Rodríguez
¿Creen que somos estúpidos?
¿Creen que somos estúpidos?, el escandaloso aumento en el precio de las gasolinas y el desabasto que hoy nos alarma es consecuencia de la caída de la producción de petróleo crudo, el repunte de su precio internacional, el disparo de las importaciones, el encarecimiento de su transportación y almacenamiento, la especulación de los distribuidores, la corrupción en Pemex y su sindicato y una reforma energética orientada a favorecer al capital privado nacional e internacional.

Respecto a esta última causa, el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, no tardó en salir a desvincular el alza del precio con la reforma. El aumento —argumentó— no es consecuencia de la reforma energética, sino de la necesidad de flexibilizar y liberar el precio al libre juego de la oferta y la demanda porque ya era insostenible el subsidio a los combustibles. Dijo, además que de esta manera se divorciaba al precio de la gasolina de cualquier consideración política o recaudatoria. No contrapondré alegatos técnicos, que no tengo, a los que indudablemente posee Meade.

Sólo me refugiaré en el sentido común y, guiado por ése que es el menos común de los sentidos, argumentaré que la liberación del precio y su consecuente alza es el cogollo de la reforma energética. La libre importación de gasolina y la participación del capital privado en su distribución y suministro estaba considerada para implementarse en 2018.

Sin embargo, fue adelantada para abril del año que empieza pasado mañana. ¿Razones?, al menos tres, a saber: el cambio de la estructura orgánica y administrativa de Pemex, que lo liberó de la enorme carga fiscal con que financiaba el gobierno y, en consecuencia, la reducción de ingresos al erario, la caída del precio internacional del crudo, que obligó a ajustar a la baja el gasto público previsto, además de la necesidad de incentivar con precios liberados a quienes entren al jugoso negocio de las gasolinas.

En el fondo de todo esto prevalece la necesidad del Gobierno de financiarse, trastocada por la reforma energética. Con estos dos datos, podríamos sustentarlo: 1. El precio de la gasolina Magna (por citar la más consumida) ha aumentado casi 50 por ciento en los cuatro años del gobierno de Peña Nieto, al pasar de 10.81 pesos por litro en 2012 a 15.99 pesos a partir de pasado mañana. Y 2. Mientras que en Estados Unidos el precio del galón de gasolina lo integran el precio internacional del petróleo en 50 por ciento, en nuestro país, el componente impositivo del precio (IEPS más IVA) es de 60 por ciento o más.

¿De plano pensarán que somos tan estúpidos para creer que el megagasolinazo nada tiene que ver con la reforma energética y las necesidades recaudatorias del Gobierno?, parece que sí, pues quienes gobiernan así lo han hecho históricamente.

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