IMPULSO/ José Antonio Aspiros Villagómez
El porfirismo
Con nuestro deseo sincero por el bienestar de usted en estas fiestas de fin de año.
Cuántos miembros de un Gabinete presidencial desearían ser elogiados y recordados por una pluralidad de voces de todos los ámbitos, como el recién fallecido secretario de Cultura del Gobierno federal, Rafael Tovar y De Teresa. En lo personal, sólo estuvimos con él en una o dos ocasiones en actividades del Club Primera Plana, en cambio, nos acercamos a su intelecto literario a través de dos de sus libros.
Rafael Tovar escribió ‘Modernización y política cultural’ (FCE), ‘Paraíso es tu memoria’ (Alfaguara), ‘El último brindis de Don Porfirio’ (Santillana) y ‘De la paz al olvido. Porfirio Díaz y el final de un mundo’ (Taurus).
En su novela ‘Paraíso es tu memoria’, Tovar presenta las postrimerías de una época mediante la historia de una gran finca porfirista -y sus habitantes- que fue fraccionada después de la Revolución para convertirse en la Colonia San Miguel Chapultepec, en la Ciudad de México.
Tal como lo mencionamos en su momento al reseñarlo, este relato inicia en 1963, cuando Justo de la Llave celebra su medio siglo de una vida improductiva, dedicada solamente a escuchar óperas, ya fuera en sus discos o en el Palacio de Bellas Artes, y todavía soltero por miedo a las responsabilidades.
En la vida real, “la casa grande de Tacubaya” fue propiedad de Rafael Martínez de la Torre, pero, en la novela, los dueños se apellidan De la Llave y todo lo demás aparece en el libro muy apegado a como fue: una gran finca con zoológico, lago y un ferrocarril en su interior que lindaba con el Bosque de Chapultepec a través de la avenida Madereros, hoy Constituyentes, mientras que la parte fantasiosa se muestra de muchas formas y con gran amenidad por parte del autor.
Hace unas semanas, el tecleador recordó esa novela al asistir a un recorrido por San Miguel Chapultepec, conducido por la arquitecta y cronista María Bustamante Harfush, quien mostró a los numerosos participantes una serie de edificios que aún se conservan en el rumbo, tales como las casas que construyó el general huertista Manuel Mondragón (el ejecutor del salvaje asesinato de Gustavo A. Madero) para sus hijos, entre ellos, la famosa Carmen Mondragón, la enloquecida ‘Nahui Olín’.
Por su parte, ‘El último brindis de Don Porfirio’ es un libro rico en historias de aquel 1910, cuando tuvieron lugar las fiestas del Centenario en un contexto que incluye desde los “vivas” de Maximiliano a Napoleón III en 1864 durante el ‘Grito’ en el pueblo de Dolores y la austeridad con que lo celebró, en cambio, Benito Juárez en el campo, hasta la “pulcritud” con que se manejó el presupuesto -dos millones de pesos- para las celebraciones de 1910, incluidos el baile en Palacio Nacional -el más lujoso en toda la historia del país- y los festejos populares que hubo aun en las más pequeñas poblaciones del país y otros especiales para los estudiantes y hasta para los presos.
También Nos dice Tovar y De Teresa que se celebraron pocos actos religiosos y que el desfile histórico del 14 de septiembre de 1910, donde destacó una caracterización del Ejército Trigarante, “mostró la visión conciliadora que de la historia mexicana tenía el Porfiriato”. Díaz buscaba dejar atrás los rencores del pasado, afirma el autor.
La primera dama, Carmen Romero Rubio, ofreció una “garden party” (sic) a todas las clases sociales en Chapultepec, se rindió homenaje a los independentistas de 1808 (como el que organizó en 2008 el Gobierno del Distrito Federal), fue impulsada la investigación arqueológica, se publicaron muchos libros con temas mexicanos, Benito Juárez tuvo un lugar importante (fue inaugurado su hemiciclo) “sin dejar enteramente a un lado a Agustín de Iturbide”, a pesar de que ya no se celebrara entonces, de manera oficial, el aniversario de la consumación de la Independencia.
Los mexicanos interesados en su historia pueden encontrar en este trabajo de 323 páginas de Rafael Tovar y De Teresa (Punto de Lectura-Fundación TV Azteca, 2012), datos de por qué Díaz “no reprimió la Revolución” [sic.], el descontento social en su contra, el fracaso de un concurso para un nuevo himno y la reconciliación con los países que invadieron México en el siglo XIX.