IMPULSO/ Ernesto Salayandía García
La libertad no tiene precio
Lo mejor de la vida es vivirla en libertad
Libre para usar el celular, mañana tarde y noche, chatear a tus anchas, pedir una pizza a domicilio, ir a los tacos, los elotes, las hamburguesas por supuesto, al cine, comprando antes del estreno, palomitas refrescos, chocoleas y refrescos, libertad es tomarte un café con quien tú quieras, a la hora y lugar de tu elección, levantarse a la hora que quieras, igual dormirte, comprarte lo que puedas y lo que desees, estas en libertad de relacionarte con las personas que te sean atractivas, de convivir con ellas.
La libertad comprende tus elecciones para tus diversos estados de ánimo, estas en libertad de deprimirte, de andar triste o alegre, tú eliges, de eso se tratara de que hagas las cosas a tu antojo, si no te quieres bañarte, simplemente no lo haces, es libre de drogarte, nadie te lo impide, de fumar y hacerle daño a tu cuerpo, igual de marcarlo de por vida con un tatuaje.
La libertad es hermosa y absoluta, completa y está al alcance de cualquiera, puedes robarte un semáforo en rojo, darle una vuelta prohibida, estacionarte en un lugar exclusivo para discapacitados, ser abusos y saltarte la fila, robarle el lugar a una o varias personas.
Eres tan libre que a veces no te das cuenta de que manera lesionas a otros, puedes escoger qué religión predicar, a qué partido pertenecer, tienes libertad de expresión y de reunión, puedes andar a cualquier hora en cualquier lugar, sin mayor problema, esa libertad, es un derecho, una responsabilidad y un regalo de Dios, un derecho, humano, constitucional y universal.
El libre albedrío
Es tu responsabilidad, con quien te casas, si te embarazas o no, ya sea una, dos, tres, cuatro o más veces, si te divorcias, si permites qué te golpe y te maltraten, es tu elección, también, eres libre de seleccionar que carrera estudiar, donde vivir, que auto comprar, la libertad es sagrada y bien dice el dicho, uno nunca sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido.
Hoy, vivo en plenitud, pero yo perdí mi libertad, me hice esclavo del alcohol, la cocaína, morfina, de los antidepresivos, el cigarro y me sometí a vivir muerto en vida, atrapado sin salida, perdí salud, dinero, tiempo y lo más importante, perdí a mi familia, le cerré las puertas a la libertad con mis depresiones maratónicas, aislado, frustrado, abandonado de mí mismo en ese callejón sin salida, arruine mi vida y les robe a mis hijos sus ilusiones.
Viole sus sueños e irrumpí su futuro por aferrarme a una vida de alcohol y drogas, una vida ingobernable, soberbia donde tuve perdidas, muchas pérdidas, como mi libertad, el tiempo por ejemplo, ya no era mi tiempo, era la hora de alcoholizarme en las cantinas, la hora de ir a buscar cocaína o andar de farmacia en farmacia consiguiente la morfina sintética que escasez mucho por el alto consumo que hay.
Mi libertad laboral se vio perturbada y perdí mi empleo, porque mis adicciones me robaron mi dignidad, mi autoestima, mi amor propio, me arrebataron de tajo mi libertad, porque vivía para drogarme y me drogaba para vivir y muchos como yo, no se dan cuenta de este secuestro, de esta esclavitud que son las drogas, la codependencia de tener una relación toxica, por demás enferma, de estar atrapado en la cama con depresión.
No se dan cuenta de que no son libres de que es una gran pérdida, el vivir la vida sin libertad, vivir las vida, encadenado a las sustancias o a las relaciones toxicas, a las actitudes neuróticas o depresivas, nadie quiere darse cuenta, que no tienen libertad en lo absoluto.
Por si fuera poco… pérdida tras pérdida
Por casi 45 años registre grandes pérdidas en mi vida, perdí una cantidad de tiempo y dinero enorme en las cantinas, horas y horas jugando al domino, diario, tomando hasta caer de borracho, diario, desde muy joven mi tendencia alcohólica fue mayúscula, perdí las dignidad y me hundí en el alcohol.