IMPULSO/ Octavio Raziel
Navidades
Las fiestas navideñas son cada vez más prematuras
El pasado 16 de septiembre, Santo Claus participó en el desfile patrio. Con su uniforme rojo y blanco, sobresalió del verde oliva de los soldados, mientras que los Reyes Magos procuraban controlar a sus nobles bestias para que llevaran el marcial paso de las columnas castrenses.
El desfile deportivo que se organizaba con motivo del aniversario de la Revolución Mexicana, el 20 de noviembre, fue sustituido por un elenco de pastorelas con la persecución de Chamucos incluida.
El Buen fin (copia gringa) miles de trabajadores y empleados se endeudaron por décadas con la compra de la TV de plasma o de 3D, nuevos juegos de X-Box, Laptops, iPhone, iPad y otros artículos necesarios para lograr la aceptación social.
Los pocos recursos que les queden serán para ir a la Villa de Guadalupe. Ahí rezarán por quimeras: los ciegos, ver; los sordos, oír; los mudos, cantar; los inválidos, bailar; recuperar un miembro amputado. Sangrantes rodillas, penitencias o cilicios se ofrecerán para alcanzar el milagro de poder pagar las deudas adquiridas.
Diciembre ha pasado de ser el mes más esperado al más odiado por muchos. Días de tronarse los dedos para cumplir con la familia cercana (también, no faltará, con el segundo y hasta con el tercer frente) con los jefes o compañeros de trabajo. Dinámicas no deseadas son los intercambios de regalos. La visita a las cantinas, antros y los brindis de oficina. Tendremos alcoholímetro -incluido el ¡Fuaaa! – y la cárcel del “Torito”, Habrá cenas para alimentar a un ejército y tirar la mitad a la basura (que no se diga que aquí hay pobreza).
¡Que llegue la Navidad! Ya vendrá la cuesta de Enero –y la de febrero y la de marzo- para pagar los compromisos adquiridos. La esperada segunda parte del aguinaldo ya fue deslizada con un plástico desde la primera quincena de diciembre.
Que los chicos abran sus presentes y los grandes remuelan su pasado; que todos renazcan, como el Ave Fénix, al arribo de las festividades de fin de año.
Rompan las piñatas. Que caigan confetis y canelones; se enciendan las luces de Bengala con sus brillantes, aunque efímeras, estrellas. Musgo y heno, ramas de pino y enebro rodeen el pesebre.