IMPULSO/ Edición Web
Brasil
Las multitudes se concentraron principalmente en Rio de Janeiro, Sao Paulo, Belo Horizonte, Brasilia y Curitiba. Los movimientos que organizaron las marchas evitaron enfocar en críticas al presidente Michel Temer. Prefirieron, en cambio, desviar la atención hacia el titular del Senado, Renan Calheiros, figura en la que se enfocó la ira de los manifestantes. También hubo grupos que, como antaño, pidieron la “intervención militar”.Las movilizaciones lograron juntar en Sao Paulo unas 15.000 personas a lo largo de la Avenida Paulista, según estimativas policiales; en Río de Janeiro la marcha fue más poderosa: los cariocas se reunieron en la Avenida Atlántica, junto a Copacabana, pero en vez de ir a la playa, se dedicaron a protestar contra el senador Renan Calheiros, contra los diputados que votaron la ley de auto amnistía, y muchos a favor del juez Sergio Moro, visto hoy como el líder de la salvación nacional. Muchos manifestantes también pedían la eliminación de los fueros privilegiados, que impiden que políticos con cargos vigentes sean juzgados por la justicia ordinaria. Sus casos son remitidos a la Corte Suprema, donde suelen tramitarse más lentamente, como fue el ejemplo de una denuncia contra el propio Calheiros, recibida esta semana tres años después de haber sido presentada.
En Brasilia la protesta se generalizó contra todos los políticos. Los manifestantes pusieron ratas de papel en el lago que antecede a las dos torres, una de Diputados y la otra del Senado. “Ellos son eso; no nos representan” dijeron los dirigentes. En Porto Alegre, que fuera palco de imponentes marchas, no lograron juntar más de medio millar de brasileños. Lo cierto es que los actos de hoy, convocados por el colectivo derechista “Vem para Rua” (Vamos a la calle) y Movimiento Brasil Libre, tuvieron como eje principal protestar contra el Congreso y respaldar al juez Sergio Moro que conduce la causa contra la corrupción en Petrobras.
Según el diario O Globo, hubo marchas en 18 estados provinciales del país (son 27 en total). Solo que en algunos lugares la protesta se limitó a puñados de manifestantes que caminaban detrás de una bandera y una pancarta. Hasta en Curitiba, donde tiene su juzgado el magistrado Moro, y en cuyas cárceles se alojan famosos como Marcelo Odebrecht, las movilizaciones tuvieron escaso público si comparadas con otras épocas.
Si bien la corrupción y los intentos desesperados por lavarse las manos de políticos y parlamentarios provocan la indignación general del pueblo brasileño, también le preocupa la economía en recesión, el desempleo creciente y la falta de perspectivas. Este contexto explica el bajo poder de convocatoria en la capital paulista, donde el año pasado salieron a la calle más de un millón de personas a protestar contra la hoy depuesta Dilma Rousseff.
Con información de O Globo y Clarín.
Foto: AP
