IMPULSO/ E. F. Gallardo Sánchez
Consejo Político
El presidente Enrique Peña Nieto, a quien en el PRI le dicen el primer priista del país, de acuerdo a los sacrosantos ritos y liturgias que usan desde hace noventa años, habló a sus correligionarios y a la oposición, y lo hizo de manera clara, fuerte y contundente.
Dijo a la militancia tricolor que dejen que los opositores hagan su juego, que se anticipen, que se desgasten, que se hagan pedazos entre ellos internamente, el PRI tiene tiempos bien marcados y apelará a ellos para no precipitarse.
A los que ya sueñan con hacer campaña, a los que sueñan con adelantar los tiempos y precipitar las cosas, les recordó las palabras de aquel viejo sabio que era don Jesús Reyes Heroles, “primero el programa, luego el hombre”.
Bajo esa premisa, van a ser dos años muy largos para los aspirantes, pero sobre todo para sus equipos cercanos, muchos de los cuales ya están literalmente rebasando a sus jefes en la búsqueda de la ansiada nominación.
Peña Nieto dijo que no por unos cuantos malandrines, la nación va a condenar a millones de buenos priistas comprometidos con México y que cada día ponen lo mejor de sí a favor de México y de la sociedad. Fuerte y claro dijo que el PRI ganará las elecciones de 2017 y 2018.
Habló de esa manera porque lo que menos quiere el Presidente en estos momentos de incertidumbre es que haya desunión en su partido. Quiere mantener la cohesión a costa de todo porque es el valor más preciado con el que puede enfrentar a sus opositores. Un PRI dividido, ya se vio con los triunfos de Fox y Calderón, sólo beneficia a los contrarios.
Por eso es que en el Estado de México decidieron, en aras de mantener la unidad, elegir a su candidato a la gubernatura a través del sistema de convención con delegados o, dicho de otra manera, esperar a la decisión del presidente de la República, que seguramente en estos momentos consulta, toma opiniones y analiza perfiles para ver cuál es el que mejor conviene no ahorita, sino en el momento de la definición.
Porque en estos momentos el mejor candidato puede ser Alfredo Del Mazo, como lo han señalado las recientes encuestas, pero en cuatro meses pueden pasar muchas cosas y el mejor posicionado en esa ocasión puede ser otra persona.
Si hubieran optado por la elección abierta, como se hizo cuando seleccionaron a Arturo Montiel Rojas y a Enrique Peña Nieto, con tantos aspirantes fuertes el PRI corría el riesgo de dividirse y fragmentarse y eso a nadie le conviene.
Por cierto, ¿de verdad le beneficiará y convendrá al diputado federal Del Mazo que con tanto tiempo de antelación lo den como mejor posicionado algunas encuestas, no es exponerlo gratuitamente al golpeteo bajo y a la crítica fácil y ramplona?
Como sea, en el PRI primero tendrán que ver con que partidos se alía o coaliga y después tendrán que elaborar el programa para que, cumplidos esos rituales, busquen al candidato que mejor convenga al momento histórico.
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En el Partido de la Revolución Democrática, decidieron usar la elección abierta no sólo a sus militantes, sino a la sociedad en su conjunto para elegir a su candidato a la Gubernatura mexiquense.
El riesgo es grande, muy grande, no sólo porque pueden inmiscuirse otros partidos en su proceso, sino porque el aspirante que más recursos tenga es el que saldrá beneficiado porque la capacidad de movilización en este tipo de actividades se expresa con dinero; el que tenga más podrá movilizar más gente y la operación “carrusel” va a estar a tope en ese proceso.
El riesgo también es que otros partidos traten de influir para hacer ganar a quien consideren el más débil, pero con todo y esos riesgos decidieron adoptar ese método, según ellos para dar una muestra a la sociedad de su madurez y de su vocación democrática.
: Bien por el PRD, esperemos que les salga la jugada como la tienen contemplada y que al final no estén desgarrándose las vestiduras entre las diferentes tribus.