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Deficiencias estructurales obstruyen innovación tecnológica

IMPULSO/ Agencia SUN

Bruselas, Bélgica

La falta de recursos, la baja participación de la iniciativa privada, el escaso apoyo de los gobiernos estatales y la limitada comercialización de los trabajos científicos, son algunas de las deficiencias estructurales que impiden estimular la investigación y la innovación en México, sostiene un estudio Del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea.

Considerado una herramienta para el desarrollo de políticas de cooperación por parte del Ejecutivo comunitario y los países miembros de la Unión Europea, el “Informe Nacional Rio 2015: México”, hace una radiografía de la situación del país en la materia, destacando avances y desafíos.

El documento, al que ha tenido acceso EL UNIVERSAL, sostiene que el gasto en investigación e innovación crece desde 2011, pasando de 3 mil 769 millones de euros en ese año, a 5 mil 248 millones en 2014. Es decir, aumentó de 0.43% del PIB a 0.54%, el nivel más alto de la última década.

“Aunque todavía es bajo para los estándares internacionales y mucho más lento al requerido anual para alcanzar el objetivo de 1% en 2018 como indica el PECITI”.

El Programa Especial de Ciencia Tecnología e Innovación (PECTI), destaca el documento, tiene como misión en este sexenio hacer del conocimiento y la innovación los instrumentos claves para el crecimiento económico sostenible, promover el desarrollo humano, la justicia social, la democracia y la país, y reforzar la soberanía nacional; y a largo plazo, convertir a México en un actor global relevante del conocimiento.

El informe sostiene que el apoyo a los investigadores mexicanos también “sigue estando por debajo de los estándares internacionales”, pese a que aumentaron las becas de posgrado para miembros del Sistema Nacional de Investigadores (SIN), creado en 1984 para contener la fuga de cerebros.

El número de beneficiados pasó de 431 en 2012, el 2.3% de los miembros del SIN, a 939 en 2014, el 4.4%.

“A diferencia de la tendencia de la OCDE, el peso de la investigación básica es relativamente alto y va en aumento, mientras que el del desarrollo tecnológico es bajo y disminuye. Esto sugiere una tendencia a favorecer la investigación básica [teorías dirigidas a mejorar el entendimiento de fenómenos] en detrimento del desarrollo tecnológico [instrumentos para modificar procesos productivos]”.

También sigue siendo un “serio desafío” la comercialización de las investigaciones, el desarrollo de nuevas tecnologías basadas en start-ups, y la formación de una masa crítica capaz de crear empresas innovadoras.

Por su parte, la infraestructura desarrollada por instituciones y agencias a diversos niveles, como el Instituto Nacional del Emprendedor, para apoyar la innovación a través de incubadoras y parques tecnológicos, carece de un ecosistema estructurado para sacar mayor provecho de su potencial.

El informe con elaborado por Amaia Bernaras Iturrioz, de la consultoría española IDOM y con base en sugerencias de expertos de la Comisión Europea, considera que para impulsar la innovación habría que promover la participación empresarial, la cual disminuye en lugar de aumentar.

La implicación del sector privado en el gasto interior bruto en investigación y desarrollo, pasó de 37% en 2011 a 20% en 2014; situación que contrasta con la europea, en donde su aportación al presupuesto fue de 64% en 2013.

Igualmente, el documento propone generar las condiciones para canalizar parte de la inversión extranjera directa en el desarrollo tecnológico.

Si bien México figura entre los 10 mayores receptores de inversión extranjera directa, ésta no está llegando al sector. Su participación en el gasto total es mínimo y va en picada, pasando de 1.45% en 2011 a 0.38% en 2014.

“Aumentar el gasto privado en investigación e innovación en el corto y mediano plazo podría lograrse con un mayor compromiso de las grandes y medianas empresas, tanto nacional como internacional, especialmente por parte de los inversores extranjeros en el sector manufacturero”, dice.