IMPULSO/ Carlos Ravelo Galindo
Lo comparto
La escritora y periodista Teresa Gurza, en un comentario que no tiene desperdicio alguno, le pregunta al jefe de finanzas de la nación: “¿Requiere ayuda para afilar la tijera, secretario?” Y enseguida inicia su glosa, donde su narrativa nos permite comprobar lo que realmente sucede en nuestro país.
Abarca todos los pormenores y llega a la conclusión de lo que todos, bueno el noventa y nueve por ciento de los mexicanos, pensamos.
Escrupulosamente respetamos todo. En el entendido de que todo lo que dice, es cierto. Veamos:
“Los políticos mexicanos no son ni amados ni temidos, lo que provocan es ira; pero les importa muy poco que estemos irritados mientras puedan seguir llenándose los bolsillos y arruinando al país. Hemos llegado ya a que el dinero sólo alcanza para ellos y para el pago de la deuda externa; que en 2017, se llevará casi 600 mil millones de pesos, 19 por ciento más que en 2016 y más, de lo que se destinará a educación y salud. Resulta por eso increíble que el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, afirme “la magnitud del recorte requiere contribución de todos… no hay margen para más ajustes”.
Curioso que hable así porque seguramente sabe quiénes no contribuyen y dónde puede ajustar; es cosa nomás de que afile la tijera donde sobra y no, donde falta como se ha hecho.
Podría empezar por sueldos, prestaciones, seguros, premios, canonjías, pensiones y bonos de funcionarios, magistrados, consejeros y legisladores.
Y por los casi dos millones de pesos que recibió Enrique Ochoa, por haber renunciado a la Comisión Federal de Electricidad, donde trabajó solo dos años, para pasarse al PRI y encabezar, dijo, la lucha por la corrupción. O por exigir la devolución de los más de 15 mil millones de pesos que perdonó el SAT, a los dueños de 15 empresas.
Y luego seguirse con el INE que en 2017 recibirá 18 mil millones de pesos, pese a que gasta mal y en exceso; ahí podría cortar, unos siete mil millones y empezar a terminar con la locura de gastar lo que no tenemos en elecciones y partidos, descuidando la inversión y la reducción de la pobreza, en la que vive la mitad de los mexicanos. O con la onerosa publicidad gubernamental para auto-alabarse. Porque lo que no se puede admitir, es que todo un secretario de Hacienda confiese que no sabe qué ajustar; y tampoco podemos seguir aceptando que no haya dinero para lo más importante: educación y salud.
¿Recuerda cómo cacareó el gobierno con eso, de que rehabilitaría 33 mil escuelas que estaban en pésimas condiciones?
Bueno, pues a un año de iniciarse ese programa han sido rehabilitados sólo 421; apenas el uno punto dos por ciento, de los planteles que se dijo requerían hacerlo; y millones de niños tendrán que seguir asistiendo a escuelas sin techo, baños, bebederos, paredes, luz o pupitres, en tanto los políticos sonríen al gastar lo que no les pertenece.
Nos solidarizamos con doña Teresa Gurza, palabra.