IMPULSO/ Ernesto Salayandía García
Chicos de hoy
No hay mal que por bien no venga
Por diez años, Tomás Alba Edison intentó construir una batería de almacenaje de cargas eléctricas, sus esfuerzos mermaron en gran medida sus finanzas.
En Diciembre de 1914, una combustión espontánea en su estudio casi lo llevó a la ruina. En minutos, todos los compuestos empacados para discos o cintas y otras sustancias inflamables ardieron en llamas.
Aunque los departamentos de bomberos vinieron de ocho pueblos circundantes, el intenso calor y la poca presión de agua provocaron que fuera imposible extinguir las llamas, todo quedó destruido. El daño excedía los dos millones de dólares, los edificios de cemento que se consideraban construidos a prueba de fuego estaban asegurados apenas por la décima parte de esa cantidad.
Charles, el hijo del inventor, buscó con desesperación a su padre, temeroso de que su espíritu resultara dañado. Finalmente, lo encontró contemplando con serenidad el fuego, su rostro resplandecía mientras reflexionaba. “Mi corazón se dolía por él”, decía Charles. “El tenía sesenta años, ya no era un joven y todo ardía en llamas. “En la mañana siguiente, Edison contempló las ruinas y exclamó: “Hay algo valioso con el desastre. Se quemaron todos nuestros errores. Gracias a Dios podemos comenzar de nuevo”. Tres semanas después del incendio, Edison se las ingenió para inventar el primer fonógrafo”.
La ignorancia ante la realidad daña a terceros
Con el tiempo, esta reflexión la he usado y la pongo en práctica, vuelvo a empezar una y otra vez, se cierra una puerta y abro otra, siembro una semilla y no germina, siembro otra y así como Tomás Alba Edison tuvo 5 mil tres intentos fallidos y la bombilla tuvo éxito, después de que él la consideró un error.
Mi enfermedad, no es un vicio, es una enfermedad emocional, es incurable, progresiva, contagiosa, sutil, burlona, genética, tiene que ver con mi neurosis, mis depresiones, por supuesto, con mi soberbia, mis patrones de conducta nefastos y mis defectos de carácter, es una enfermedad cruel, porque me daño a mí mismo y daño a los demás, es mortal y más compleja que cualquier tipo de cáncer, es espiritual, es mental, tengo características muy propias como la autoestima baja, miedos, miedo para socializar, para hablar en público, miedo a la autoridad, busco la aprobación, me duele el rechazo, soy hipersensible.
Caí por ignorante. Con el tiempo, he comprendido el por qué de muchas cosas, el por qué tiendo a tener relaciones enfermizas, relaciones destructivas, por qué vivo en conflicto y me deprimo, por qué sufro de celos y miedos, y tuve que vivir mi propia experiencia, tocar esos fondos tristes, crudos, desagradables, violentos e incongruentes.
La ignorancia, miopía social y gubernamental
Hace tiempo, me prohibieron dar el mensaje en una secundaria, yo deseaba hablar con esos niños y transmitir mi propia vivencia, exponer mis argumentos de que si el adicto nace o se hace, de brindar las características de un adicto y de motivar a los estudiantes a participar en mi exposición.
No te puedo permitir que entres a la escuela porque tu presencia de ahora no es congruente con el historial que dices, te ves demasiado bien para decir que te tomabas una botella diaria de vodka, te ves súper bien para decir que inhalabas de 10 a 15 pases o más de cocaína al día, que te inyectabas morfina sintética, te ves muy bien como para que los chavos te vean y piensen que si tu saliste de esa adicción compulsiva, ellos también podrán salir si entran en las adicciones al alcohol y las drogas. Simplemente, no tuve acceso a esa escuela.
No es así, vivo de milagro, sólo por la gracia de Dios, tengo un cuerpo severamente dañado, tengo mucho dolor en mis huesos, quedé descalcificado, soy diabético, hipertenso, perdí mis dientes, tengo problemas de respiración, soy alérgico al cigarro y a las sustancias fuertes [email protected]