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IMPULSO/  Teodoro Rentería Arróyave

Falacia de la democracia

Ahora nuevamente cedemos nuestro espacio a un reconocido y sobre todo valiente colega, Nelson del Castillo, puesto que su artículo que reproducimos, titulado “Golpe

de estado parlamentario a Dilma Rousseff confirma falacia de la democracia representativa en América Latina”, comprueba lo dicho, sobre todo si tomamos en cuenta que es un ciudadano puertorriqueño y que está avecindado en esa nación que como todo sabemos es un Estado Libre Asociado a Estados Unidos:

San Juan, Puerto Rico.- El 28 de junio de 2009, el presidente de Honduras Manuel Zelaya fue derrocado en una maniobra urdida por el Congreso Nacional, el Tribunal Supremo Electoral y la Corte Suprema de Justicia, en la que también estuvieron involucrados los altos mandos militares. En esa oportunidad establecimos que se introducía un nuevo mecanismo de cuestionada legalidad para destituir a mandatarios legítimamente elegidos por el pueblo.

Este primer exitoso ensayo en este sentido en la nación centroamericana, donde la oligarquía nacional desató una brutal represión, abrió la puerta para un experimento similar tres años después, el 22 de junio de 2012, contra el presidente Fernando Lugo en Paraguay.

Esta vez la Cámara de Diputados, dominada por la derecha, consiguió iniciar un juicio político contra Lugo, al que se unió además el Senado a la par que las fuerzas represivas azotaban con fiereza al pueblo en lucha por la preservación de la democracia representativa.

El proceso tuvo una secuela similar a la seguida tres años antes en Honduras, para dejar fijado de ese modo un nuevo método de golpe de Estado contra gobiernos legítimamente constituidos. Como Manuel Zelaya en Honduras, Fernando Lugo en Paraguay quedó fuera mediante una maniobra legalista, tan burda como la primera.

De este modo se vio la efectividad del método que, más allá de protestas de los gobiernos amigos y de denuncias de las organizaciones progresistas o de izquierdas, no consigue revertir el proceso de la reimposición de un neoliberalismo atroz, capaz en su momento de reprimir a sangre y fuego la indignación popular.

Es el método, con el apoyo de la maquinaria propagandística de la oligarquía mediática transnacional, que se ha venido ensayando contra el presidente constitucional Nicolás Maduro en la República Bolivariana de Venezuela, desde la muerte en marzo de 2013 del presidente comandante Hugo Chávez Frías.

El miércoles 31 de agosto de 2016, se consumó por el Senado brasileño el golpe de Estado contra la presidenta Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), promovido formalmente desde el 12 de febrero de 2015 por parlamentarios del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que figuraba como “aliado” de su gobierno. El 12 de mayo de 2016, el Senado decidió votar a favor del juicio político contra la presidenta constitucional de Brasil por lo que en el gigante sudamericano se denomina “pedaladas fiscales”, que en este caso consistió en el presunto desvió de fondos para programas sociales con el alegado propósito de favorecer la reelección de Dilma Rousseff en los comicios de 2014. CONTINUARÁ.

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