IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
Bob Ross, el célebre pintor de los “árboles felices”, no tenía el cabello como todos lo recordamos. En lugar de su vistoso afro, que se convirtió en parte de su sello, el artista de la voz relajada tenía el pelo lacio.
Antes de que saltara a la fama con su exitoso programa de televisión “El placer de pintar”, Ross acababa de salir de la Fuerza Aérea y tenía poco dinero así que decidió ahorrarse en cortes de cabello y hacerse uno permanente. Antes de que pudiera cambiarlo, su peinado se convirtió en logotipo de su compañía, aunque él lo odiaba.
“Nunca, nunca podría cambiar su pelo. Él estaba tan enojado por eso”, recordó Annette Kowalski, quien fue socia del pintor y le ayudó a aparecer en la pantalla chica.
Aunque Ross estaba cansado de su cabellera, el público no se cansaba de él. Por el contrario, seguía con atención su relajante ritual para llevar al lienzo paisajes distantes, montañas nevadas y escenas de bosque, donde los “árboles felices” abundaban y no había errores en la creación sino “accidentes felices”.
Con su voz tranquila y sus parsiomoniosos movimientos, no cabría imaginar lo meticuloso que era con su técnica. Aunque carismático, cada palabra de su transmisión estaba planeada, así que no era tan espontáneo como se piensa.
Así lo reveló Kowalsky al sitio de noticias NPR. Ross tenía tres cuadros en cada programa con la misma escena. El primero lo usaba como referencia y estaba fuera de cámara. El segundo era el que los espectadores veían en televisión y un tercero, más detallado, se usaba en sus libros de instrucciones. Ross ensayaba su discurso toda la noche previa al programa.
Ross, indica su amiga, era tanto artista como hombre de negocios. “Era un tirano”, añade, no porque fuera grosero o desagradable, sino porque quería que las cosas se hicieran a su manera.
En la entrevista, Annette Kowalski también reveló que conocer a Bob Ross le ayudó a salir de la depresión tras la muerte de su hijo. Cuando ella y su esposo descubrieron al pintor, eso le cambió la vida a los tres. Ross fue diagnosticado con linfoma y falleció en 1995, a los 52 años.
Dejó la compañía a cargo del matrimonio Kowalski. Aunque en los años 90 grabó alrededor de 400 exitosos programas, su empresa sigue siendo un gigante del arte.