Agosto 15, 2024
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En las nubes


IMPULSO/ Carlos Ravelo Galindo

Estos hipocondriacos

Deslumbrados por sus promesas de guillotina, encarcelamiento, justicia y devolución de bienes, a los virtuales ganadores de Chihuahua, Veracruz, Quintana Roo y Tamaulipas, se les olvidó una moraleja del pueblo, siempre sabio: “El burro hablando de orejas”.

 

Y como hipocondriacos, también hablan de salud, moral, ética y decencia, de la que tampoco conocen muy bien, mejor a continuación, y en carácter de primicia, este verso de Martín Fierro, Sí. Argentino  pero ilustrón: “Si sos un tipo feliz sin temores y sin miedos no se te ocurra jamás dejarte hacer un chequeo, porque te vas a enterar, sin siquiera suponerlo, que estás en las diez de últimas aunque te cueste creerlo.

Seguro van a decirte que te sobran triglicéridos lo mismo que fosfolípidos, sin colesterol del bueno, y que por los ateromas; que ellos te van produciendo ya tenéis la cañería tapada de medio a medio: que eso preanuncia un infarto, que todo es cuestión de tiempo.

También te puede ocurrir que te encuentren un bloqueo, una elongación de aorta que no augura nada bueno; taquicardia sinusal  que habrá que parar a tiempo, o una isquemia de cuidado en el ventrículo izquierdo.

Son enormes las variantes del informe del chequeo, todo es cuestión del color del cristal de tu galeno: inflamación en el colon, irritación en el recto, que el intestino delgado no absorbe los alimentos; exceso de fosfatasas o carencia de anticuerpos; que puedas tener mareos por culpa del oído medio, enfisema pulmonar, úlcera en el duodeno, insuficiencia renal, cálculos en el colédoco; y hasta te pueden decir aunque no entiendas ni medio, que ‘hay una falla en el ácido desoxirribonucleico’.

Y aunque te sientas fenómeno y así le insistas al médico, lo tenéis que aceptar todo porque lo dice el chequeo.

Lo que más te va a asombrar; -aunque en esto seas un lego- es la gran similitud de todos los tratamientos excluyendo, por supuesto, el tema medicamentos: siempre una dieta hipo sódica, andar kilómetro y medio y nada de carnes rojas ni embutidos ¡y ni quesos!; sí pescado –bien hervido-, y pollo, pero sin cuero.

Tendrás que decirle adiós a tus grandes compañeros: el whisky y el cigarrillo, y hasta al cafecito negro.

Si a vos, que antes del chequeo, casi te creías Tarzán, poco menos que un pendejo, te digan ‘que estás pal jonca  si no lo tomás en serio”.

Por eso querido amigo a aconsejarte me atrevo: si eres un tipo feliz, sin temores y sin miedos,  no se te ocurra jamás, dejarte hacer un chequeo.

No te olvides, entre tanto, tener callada la boca. No prometer ilusiones. Actuar con moderación.  Quitarte la tentación. Y en el tiempo que te quedes  darle al menos al pueblo, algo de lo que le toca.

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