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IMPULSO/ María Elena Morera

Justicia polarizada

Ha pasado más de año y medio desde la desaparición de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa y cada día estamos más polarizados y lejos de comprender como nación lo que sucedió para tomar las medidas que eviten volver a tener un evento tan doloroso.

 

El último informe del GIEI da muestra de que la PGR no integró debidamente las evidencias, que obtuvo declaraciones bajo tortura y que probablemente orquestó un sinfín de omisiones o errores que deberían ser castigados. En síntesis, el informe nos deja una amarga sensación de que lo que nos ha dicho la PGR es una verdad a medias, lo cual es muy grave.

Es claro que la PGR, lejos de cumplir con el mandato constitucional que refiere que el “Ministerio Público deberá garantizar la protección de víctimas, ofendidos, testigos y en general todos los sujetos que intervengan en el proceso”, ha actuado en sentido contrario.

En su momento, nosotros nos pronunciamos a favor de un segundo peritaje y les damos la bienvenida a los organismos internacionales en éste y otros temas, aunque a muchos les resulte incómodo. Sin embargo, sabemos que no podemos aceptar con fe ciega el informe del GIEI, otorgándole toda la credibilidad y sin cuestionamientos, así como tampoco podemos burlarnos y ser totalmente incrédulos de la PGR por ser gobierno.

El problema ahora es que tenemos un caso que ha sido tan manoseado y con tantos puntos de reflexión que se corre el riesgo de que cada quien crea su verdad. Al día de hoy no puedo decir si creo o no en la cantidad de cuerpos que dicen que fueron quemados, no puedo creer en casi nada de lo que nos han dicho y supongo que al igual que yo, la sociedad está confundida. Porque ni las autoridades, ni los expertos nos dan una razón clara.

Hoy, la justicia está polarizada, las percepciones se dividen con verdades a medias por todos lados, lo cual es lamentable, porque la desaparición de los jóvenes es un problema real, no es un asunto de creencias, ni de intereses particulares.

Lo que más nos duele es que la tragedia de Iguala, en lugar de unir a los mexicanos en contra de la delincuencia organizada, nos ha dividido al grado en que lo vimos en Veracruz. Nos dividimos a favor o en contra del Gobierno en turno, en tanto los delincuentes son los únicos que siguen libres.

Por ello es que hacemos un llamado a la reconciliación de las partes, poner las evidencias en su justa dimensión y pensar de otra manera, sin descalificaciones que no llevan a ningún lado. ¡Basta de campañas de descalificación! ¡Basta de usar a los organismos internacionales como instrumentos de polarización!

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