En medio de un clima de tensión y creciente frustración, la Cámara de Diputados amaneció resguardada por granaderos. Las calles aledañas, como Sidar y Rovirosa, junto con la esquina de la avenida Eduardo Molina, estaban blindadas con un mar de escudos y cascos azules, preparados para contener cualquier posible confrontación.
El ambiente en el centro de la ciudad contrastaba con la calma que se ha mantenido desde el 19 de agosto, cuando los trabajadores del Poder Judicial de la Federación (PJF) comenzaron un paro en defensa de su autonomía y la justicia.
A las 10 de la mañana, cientos de trabajadores del Poder Judicial, jueces, magistrados y empleados administrativos de los 32 circuitos judiciales del país, se concentraron para una marcha simbólica hacia la Cámara de Diputados. Ondeando banderas de México y vestidos con camisetas de protesta, caminaron al ritmo de batucadas por las calles de la capital, buscando visibilidad y un espacio para el diálogo.
Una de las escenas más impactantes fue la de un grupo de manifestantes disfrazados de verdugos, quienes cargaban un ataúd y coronas de flores con el mensaje: “La justicia imparcial ha muerto”. Esta poderosa imagen simbolizaba el sentir generalizado de los trabajadores del PJF: que la reforma no solo atenta contra su independencia, sino que representa un golpe mortal a la justicia en México.
Al llegar a las puertas de la Cámara de Diputados, los trabajadores exigieron ser recibidos por los legisladores de Morena. Juana Fuentes Velázquez, directora nacional de la Asociación de Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito (Jufed), se dirigió a los manifestantes con un llamado a mantener su compromiso pacífico: “Este diálogo es nuestra última trinchera pacífica. No debemos permitir que nuestra democracia sea secuestrada”.
Sin embargo, las demandas de diálogo cayeron en oídos sordos. Ningún legislador de Morena los recibió, lo que intensificó la indignación de los manifestantes. Aquellos que habían sostenido la bandera de la protesta pacífica comenzaron a hablar de radicalizar sus acciones.
“Es una vergüenza lo que hicieron en la Cámara de Diputados”, aseveró nuevamente Juana Fuentes Velázquez, enfatizando que, aunque la reforma había sido aprobada, la lucha apenas comenzaba. Lo que antes era una resistencia pacífica, ahora está en camino de volverse un movimiento radical, con promesas de acciones más contundentes y la posibilidad de buscar apoyo en instancias internacionales.