Agosto 15, 2024
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De adicto a ADICTO

IMPULSO/ Ernesto Salayandía García

Familias en Blanco y Negro

Lo complicado de la recuperación

Hablar de esta enfermedad, es hablar de una complejidad, es una enfermedad cruel, desvastadora, incongruente, triste, te dañas, dañando también a tus seres cercanos, es una enfermedad social, mental, emocional, familiar, física, espiritual y se relaciona con la personalidad, por los juicios y las actitudes, por miedos y frustración, no basta tapar la botella.

 

Hay que demostrar la recuperación con hechos, por ejemplo, dejar ese lenguaje vulgar, grosero, corriente, evitar los mismos patrones de conducta de soberbia, el meterse en lo que no te importa, destilar envidia, ira en contra de los que tienen lo que yo no tengo, acreditar mis cambios, siendo puntual, respetuoso de los tiempos de los demás, mi recuperación debe ser palpable, erradicando defectos de carácter, como el levantar falsos, el destilar veneno en contra de alguien.

Si hablo mal de alguien, estoy lleno de resentimientos y de envidia, y debo acordarme de dónde vengo y quién soy para no caer en las garras de la borrachera seca, comprender que el tiempo no es recuperación, y esta enfermedad no es sólo alcohol y drogas, es mucho más complejo, por ello, la recuperación es de tiempo completo, es en serio y de compromiso, un serio compromiso con uno mismo. El mediocre cambia de sustancias, de malos hábitos y sigue viviendo su vida a escondidas, engañándose a sí mismo.

Por mi adicción, de mal en peor

Mi relación con mi madre andando en la actividad, fue nula, no conviví con ella, siento que me tenía miedo, debido a mi agresividad, se me apartaba, no tenía confianza no le platicaba los planes que tenía, eran gritos, jalones, insultos que siempre estuvieron presentes, el respeto que le tenía lo perdí y llegó un punto que mi adicción, la tomaba como una mujer cualquiera, no como mi madre, era muy grosero con ella. 

Le decía muchos insultos, en varias ocasiones la agarré del cuello con fuerza, en ocasiones la empujé y la tiré al suelo, algunas veces pensé en agarrarla a patadas, pero nunca lo hice, por supuesto, le robé cosas materiales que con sacrificio ella obtenía y yo con la mayor facilidad del mundo, se las arrebataba y las mal vendía.

Llegué al grado que le robé su libertad, no la dejaba salir porque me daban celos, pensaba que andaba con otro hombre engañando a mi padre, la secuestré en este infierno neurótico, fueron más de tres años de los 15 a los 17, la dañé severamente, yo le decía que estaba loca, que era una pinche vieja neurótica cada vez que ella me decía que le echara ganas, lesionaba sus sentimientos y me valía gorro cuando la insultaba y la golpeaba, drogado o no, yo la intimidaba, más cuando no estaba anestesiado por la sustancia, la traté como a una basura, no me importaban sus lágrimas, estaba yo lleno de soberbia y no medí las consecuencias, ese es uno de mis fondos de esta perra enfermedad. Efrén.

Tuve una relación pésima con mi madre

Mi madre es de las únicas personas que me sacan de mis casillas, tengo cero tolerancia, no permitía su método intervencionista o la forma de reprimirme, ya que yo tomaba las cosas de la manera más despectiva posible, nunca pude admitir su genuina preocupación debido a mi neurosis.

Sé que la dañaba al hacerme daño yo mismo, buscaba yo ese afecto cálido, natural de una madre, estaba ahí, pero no lo podía ver, eso me hizo distante y a ella hermética, pero entiendo por qué ella no tuvo ese tipo de afecto que yo deseaba con todos mis ganas, cuando entré en el alcoholismo agudo, callé todos esos resentimientos, esas faltas de afecto y por supuesto que mi relación con mi madre se iba acabando por lo que yo le expresaba mi dolor, le di a mi madre una vida llena de angustias por mis problemas emocionales, de neurosis y psicológicos, yo provocaba pleitos entre ellos, a manera que ella se vio orillada a dejar la casa e irse con mi hermana.

: Eran actitudes neuróticas, ingobernables y de reto, gracias a Dios, la relación con mi mamá mejoró mucho.

 
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