Dados al relajo, amables frente al extranjero, machos y con un humor muy peculiar, así somos en México. ¿O no?
Aunque sea sólo un día al año, devotos de la Guadalupana, porque hasta cuando queremos un milagro deportivo recurrimos a ella para salir del “ya merito”, amantes del maíz y la comida picante y todas aquellas combinaciones que se deriven de dos ingredientes: tortillas y salsas.
Chilaquiles, enchiladas, enmoladas, enfrijoladas, tacos dorados, sopes y quesadillas, porque la mesa define nuestro gusto gastronómico y acompaña los domingos de cruda con una buena pancita o una barbacoa, la de la esquina más cercana a la casa, esa es la mejor. Y es que ser mexicano no es de fácil definición, coinciden expertos consultados por El Sol de México.
“Después de haber hecho el documental ¿Por qué la vida es así? Una película de todos los mexicanos, con la ayuda de varios intelectuales como Roger Bartra, Juan Villoro e Ignacio Sánchez Prado, he podido llegar a la conclusión de que es sumamente complejo hablar del mexicano en términos generales”, dice el comunicador y director Olallo Rubio.
Representantes de otros países son promotores de cultura mexicana
“Como dice Roger Bartra, contrario a la creencia popular, no existen complejos psicológicos que puedan establecerse a escala social”, agrega.
Sin embargo, el filósofo e investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Guillermo Hurtado, considera que aún es pertinente estudiar nuestra idiosincrasia.
El especialista advierte que al abordar el tema, hay que ser muy cuidadosos, pues se puede caer en “excesos”, como creer que forzosamente todas las personas de una comunidad deben tener las mismas características o actitudes, o, “llegar a la exclusión, que terminemos por aislar, marginar e incluso perseguir a quienes, de acuerdo con nuestro criterio, no cumplen con un determinado perfil”.
En cuanto al modo en que los mexicanos históricamente han intentado definir sus rasgos particulares, así como su identidad, Hurtado explica que “es tan antiguo como la nación misma”, pues desde el México Virreinal, “que era sumamente plural, dividido en castas, pueblos, colores y semitonos”, comenzó a construirse una idea que compartieran todos los habitantes de estas tierras.
La mexicanidad es algo que se ha ido creando con el tiempo.”No se trata de una esencia inmutable que está en el cielo, es algo que los propios mexicanos hemos construido a lo largo de muchos siglos de interacción y conocimiento”, afirma el especialista, quien trae a colación el caso de nuestro gusto por las tortillas y la comida picante, que todavía durante el siglo XVI no se consolidaba, pues hay registros de que en los grandes banquetes se servían dos menús, “uno para los indios y otro para los españoles”.
Retomando la idea de que tanto la identidad como la idiosincrasia “son históricas”, Hurtado subraya que varias de las actitudes y reflexiones sobre lo mexicano han cambiado con el paso del tiempo. El machismo, que fue definitorio para la forma en que se conformó la idea de lo mexicano, hoy es visto de forma diferente, recalca.
El feminismo nos ha obligado a reconsiderarnos como mexicanos.”Si queremos entendernos hoy, tenemos que considerar a la mitad, que son mujeres. Esto ha hecho cambiar la idea de que el mexicano es un ser esencialmente violento, como fue hasta mediados del siglo pasado. A pesar de que la violencia hoy sea más aguda, ya no vemos a la violencia como nuestro rasgo característico, sino como algo que queremos borrar de nuestro país”, asegura el filósofo.
Nuestro lenguaje florido
Entre los rasgos más marcados del mexicano se encuentra el lenguaje y sin embargo, Luis Fernando de Lara, miembro del Colegio Nacional, considera que “los hablantes del español han ido cambiando. El español de la Ciudad de México de hoy no es el mismo que el de ayer, ni en el español de Guadalajara o Monterrey, pero, sin embargo, nos podemos entender todos, porque manejamos nuestra lengua de manera semejante a un organista, que le permite múltiples entonaciones”, comenta el especialista.
Por su parte, Fernando Nava, de la Academia Mexicana de la Lengua, explica que el modo en que se generan estas formas de comunicación, es simultáneo a las identidades, que en el caso de México son variadas, pero “se ajustan a su agrupación social, económica y aspiraciones culturales”.
A pesar de ello, ambos especialistas coinciden en que el español que hablamos en México se diferencia, sobre todo, por su uso de los diminutivos, que tienen que ver con un sentido de cortesía. Este tiene un sentido que está presente en varios idiomas como el francés, o, en nuestro caso, el náhuatl, que se explica desde el “fonosimbolismo”, que altera el significado de pequeño como una forma cortés.