Chimalhuacán.- Comerciantes establecidos en mercados y domicilios particulares están siendo amenazados por el crimen organizado, quien les exigen cuotas que van de los 300 mil a 500 mil pesos para dejarlos seguir trabajando.
Los delincuentes envían mensajes, llamadas telefónicas y coronas de difunto para amedrentar a los comerciantes, por temor a represalias aceptan pagar las cuotas. Para empezar, cada locatario debe aportar entre mil 500 a 2 mil pesos, para cubrir el monto solicitado por los extorsionadores.
La delincuencia intimida primero a los integrantes de las mesas directivas de los mercados, a quienes les dejan mensajes, les hacen llamadas telefónicas y hasta han baleado domicilios, para presionarlos y que acepten las cuotas de los extorsionadores, los grupos se hace llamar “Cartel Nueva Generación” y “Cartel Nueva Empresa”.
Sin éxito, algunos comerciantes han realizado denuncias, pero como no obtienen ninguna respuesta y tienen temor a sufrir daños irreparables, optan por realizar los pagos de la extorsión, pero, un número importante de locatarios que no puede pagar las cuotas mensuales y se han visto obligados a cerrar sus negocios.
“Apenas sacamos para la comida, se vende poco y ahora sólo trabajamos para sacar la cuota. Así no es posible seguir, preferimos cerrar que seguir manteniendo a esa gente. Además, realizamos la denuncia con las autoridades municipales y no hacen nada; nos han dejado solos, no tenemos ningún respaldo de las autoridades, temo que le pase algo a mi familia, mi casa la balearon y la policía no hizo nada”, mencionó Miguel “N”, comerciante del mercado Tierra y Libertad.
Los comerciantes que se han negado a pagar reciben mensajes amenazadores, coronas de difunto o han tenido que sufrir severos daños en sus establecimientos: quema de cortinas, asaltos con armas de fuego, domicilios baleados, intimidan a sus familiares.
La mayoría de los vendedores de los mercados que existen en Chimalhuacán son negocios familiares; su capital no excede los 100 mil pesos, las ganancias son mínimas, “apenas nos permite sobrevivir, es un empleo familiar, pero el crimen organizado está dañando nuestras fuentes de trabajo”.
Además, los negocios son atendidos en su mayoría por mujeres, madres solteras o personas de la tercera edad, jefas de familia que tienen que alimentar y sostener a una familia de cinco o seis miembros. Ante las amenazas y la imposibilidad de reunir las cuotas que solicitan los extorsionadores y con el riesgo de perder la vida, prefieren bajar las cortinas y buscar otra forma de ingreso.