El artista mexicano, considerado uno de los últimos surrealistas vivos, presentó la exposición “Hipnerotomagia” en la galería MAIA Contemporary de la Ciudad de México
“El significado es el absurdo y el ridículo a través del contraste. No tiene explicación, es una locura inefable”, dijo Friedeberg acerca del componente subrepticio de sus creaciones.
Por su parte, el curador de la muestra, Alejandro Sordo, añadió que el espectador nunca va a acabar de entender su obra, pues “cada vez que la aprecie encontrará algo nuevo”.
Friedeberg (Florencia, 1937) llegó a México cuando tenía apenas dos años de edad, huyendo junto a sus padres, judíos alemanes, de los estragos de la Segunda Guerra Mundial.
Su país de adopción ha sido, dice, una fuente de inspiración para sus obras, que tienen un fuerte componente onírico, bizarro y erótico.
“México ha cambiado mucho, pero todavía hay mucho que no tiene explicación, mucho peso de lo ridículo”, comenta.
Además destacó la belleza que el paseante puede captar cuando camina por lugares como la Ciudad de México, Acapulco, Cuernavaca o Veracruz.
“Hay como ocho mil elementos, sales a la calle y ves un perro sarnoso, un pordiosero y una señora millonaria”, relata.
Entre sus obras de más reciente creación, todas marcadas por una acumulación de figuras disonantes que rozan el hipnotismo, destacan algunas como “Franz Liszt y su Mamut” o “Panóptico y Laberintos”.
En ese juego caótico, aunque no arbitrario, el artista emplea el misticismo de los números para esconder sus significados ocultos detrás de una capa de humor e ironía.
A primera vista, el espectador puede observar las constantes referencias a la mitología (esfinges, pirámides), la historia (motivos prehispánicos) y la cultura pop (botellas de Coca-Cola, figuras de superhéroes, etcétera).
“Siempre he sido un enamorado del pasado. Es tan rico el pasado precolombino, el de los aztecas, los zapotecos, sus ornamentos y colores”, añade.
Sin embargo, es la literatura la disciplina cultural que tiene un peso más especial en su muestra. El nombre de la misma, “Hipnerotomagia”, surge del libro Hypnerotomachia Poliphili, escrito por el italiano Francesco Colonna en 1499 y considerada como la primera novela de la corriente de la conciencia, de la que Pedro toma referencias teóricas para elaborar sus coloridas composiciones.
Friedeberg, que abreva de los surrealistas mexicanos con los que convivió en su juventud y de las corrientes dadaístas, celebró la incipiente libertad de la que goza la creación artística.
Tanto así que, confesó su curador, el mexicano ya trabaja en proyectos de “criptoarte”.