“A MI HIJO FRANCISCO”
Por Teodoro Rentería Arróyave
Para jueves 2 de febrero de 2023
Ante la imposibilidad de agradecer en forma personal, contrito mi corazón, las muestras cariñosas de solidaridad de familiares, colegas, lectores, radioescuchas, televidentes y cibernautas, amigas y amigos todos, con motivo del doloroso designio inescrutable del viaje al éter eterno de mi hermano querido, Francisco Rentería Arróyave, muy aparte del contacto personal que me empeñaré en establecer, les ofrezco con ese mismo propósito de alentar y consolidar nuestra fraternidad, el agradecimiento solidario de compartir nuestra tristeza, al ofrecerles el poema de nuestro padre, doctor Fortino Rentería Meneses, que su inspiración le dictó “al obtener el título de ingeniero químico”, el menor de los hermanos varones:
Cuando la vida se aleja/ y la juventud se acaba, / cuando una estrella se apaga/ y sólo el recuerda deja; / cuando se escucha una queja/ nacida del corazón: / cuando pobre de razón/ razonas mal, sólo anhelo/ pedirle música al cielo/ para hacerle una canción.
Una canción cuya nota/ sea de un arpegio sublime, / nota que suene y que rime/ como un manantial que brota. / Manantial que no se agota/ porque lo inspira el amor; / amor que nos da calor/ y nos sublimiza el alma; / que nos consuela y nos calma/ y nos mitiga el dolor.
Pienso en los recuerdos gratos / de aquellas horas de niño, / que con todo mi cariño/ te acariciaba en mis brazos, / cuando tus primeros pasos, / y tus risas, y tu llanto, / y todo lo que fue encanto/ en esa edad tan preciosa/ en que se vive y se goza, / porque todo es bello y santo.
Hoy ese recuerdo ardiente/ hace renacer mi vida. / Y mi juventud perdida/ surge serena y sonriente, / alegre, resplandeciente, / al ver que al fin has logrado/ un título conquistado/ con tu estudio y tu tesón:/ y que será tu blasón/ en el trabajo sagrado.
Reunidos hoy te ofrendamos/ cariño, luz y esplendor; / nuestro sentir y el candor/ de todos los que te amamos. /Hoy un cántico elevamos/ con ternura y emoción; /son flores del corazón/ que cual premio te ofrecemos, / y que a tus plantas ponemos/ con nuestra alma en oblación.
Pido a Dios marque tu sino, / y no haya cardos, ni abrojos, / ni lamentos, ni sonrojos, / se crucen en tu camino. /Sigue con gloria el destino/ con la moral del que cree: para que así Dios te dé/ con su bondad dicha plena; / y siempre lleva por lema/ la honradez, virtud y fe.
Dios me dio un supremo don, / en sus designios prolijos, / una esposa y unos hijos/ que para mí orgullo son, / Por eso en esta ocasión/ rendir quiero en vuestro honor/ mi homenaje: el fervor/ de un padre feliz que canta, /y con su canto levanta/ sus sentimientos de ¡amor!