Diciembre 25, 2024
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CAJA DE PANDORA

Falta de atención y hacinamiento escolar

En los discursos políticos y educativos es común escuchar la frase de Pitágoras: “Educa a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Al formar a los menores, sin duda alguna, se invierte en el futuro; pero es una realidad que hay generaciones de niños que no reciben la suficiente atención en casa, ni en la escuela.

Mucho menos, ahora que por el confinamiento se tuvo que brindar una “formación” a distancia que para algunos se convirtió en saturación de tareas, mientras que otros no aprovechan las sesiones en línea o no tienen los recursos para hacerlo.

Antes de salir de vacaciones, en muchos planteles educativos los directivos fueron tajantes con los alumnos y padres de familia al anunciar que: “a partir de enero, ya no habrá más sesiones en línea, todos a clases presenciales”. Las autoridades y los líderes magisteriales son más cautelosos y advierten que eso dependerá de que el semáforo epidemiológico se mantenga en verde, se aplique la vacuna de refuerzo a los docentes y esperar a que la variante ómicron no provoque estragos.

Sin embargo, entre tantos desafíos educativos, desde hace décadas, México tiene que hacer frente al hacinamiento escolar. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) nuestro país ocupa el primer lugar en tener la mayor matrícula de alumnos por grupo, lo que genera saturación de aulas y una seria afectación en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

La OCDE establece que por grupo se debe contemplar, en promedio, 15 alumnos por cada profesor y en nuestra entidad hay grupos de 40, 50 y hasta 60 alumnos; inclusive hay planteles que siendo particulares tienen 30 o 35 alumnos, lo cual pedagógicamente no es correcto.

Es complicado impartir clases a niños se encuentran hacinados, es difícil resolver sus dudas, brindar atención especializada, generar dinámicas y lograr que el aprendizaje sea significativo. A ello, hay que sumar la carencia de valores, en los grupos saturados hay más indisciplina; no hay autocontrol ni autorregulación en los alumnos, por lo que los profesores se convierten en “cuidadores de niños o capataces”, más que en guías del aprendizaje.

Dar la indicación que “todos vuelvan a las aulas” en un contexto de pandemia no es una tarea menor. Los salones por lo regular no cuentan con ventilación adecuada, son pequeños, tiene poca capacidad, sus bancas son incomodas e inseguras porque son las que ocupan menos espacio y, en general, la infraestructura y condiciones en que se encuentran los sanitarios en muchos casos no es la adecuada.

Para lograr la reducción de grupos, es necesario la contratación de más maestros para que no haya saturación, hacer grandes inversiones en mantenimiento de las escuelas, inclusive construir nuevos planteles en donde sea necesario; sin embargo, la falta de recursos para el sector representa otro problema.

La OCDE sostiene que, en México, el gasto promedio por estudiante es tres mil 703 dólares en instituciones educativas de primaria a educación superior; por debajo al promedio de los países que representa, pues en ellos se canalizan diez mil 759 dólares por alumno.

La opción sigue siendo un regreso escalonado, porque con hacinamiento escolar y la insuficiencia en los recursos para el sector educativo, difícilmente, se podrá brindar una atención educativa con la calidad que se merecen los niños y jóvenes.

Como siempre, la familia sigue siendo la gran alternativa ante tantas limitaciones educativas, necesitamos seguir, desde el hogar, realizando serios esfuerzos por educar y formar en el deber ser a los hijos.