El derrumbe. Luis Flores.
Hablar de derrumbes en este país nos remite prácticamente a los estragos que han dejado los terremotos en las últimas décadas, imágenes que nos acercan drásticamente a la fragilidad del ser humano y sus construcciones, ese dominio de la materia que nos ha permitido crear espacios que creímos seguros e indestructibles y que con un sacudimiento de las placas tectónicas quedan reducidos a polvo, lo que nos enfrenta de golpe con nuestra mortalidad y debilidades, nos pensamos invencibles y dueños de la naturaleza y darnos cuenta de nuestra insignificancia nos deja indefensos y confundidos, pero todos sabemos que los derrumbes no solo son de edificios y construcciones, hay derrumbes internos físicos o mentales o las dos cosas combinadas de los que solo se da cuenta quien los sufre, la salud mental se ha vuelto un tema muy importante en estos días, desde atletas de élite que se niegan a competir en un intento de eludir la presión a las que son sometidas en competencias de alto nivel, algo que hasta hace poco tiempo no era común porque todos creíamos que la preparación de un atleta de alto rendimiento automáticamente lo prepara para mantener la cordura en momentos difíciles y de alto demanda física, pero cada vez son más los casos de estos que se niegan a salir a la pista o a la cancha porque su mente los traiciona y si esto sucede con gente que ha entrenado durante tanto tiempo para enfrentarse a este tipo de presiones tendríamos que poner atención a lo que nos pasa al resto de los simples mortales que tal vez no tengamos que romper records, pero que enfrentamos tensiones similares muchos menos espectaculares, como salir al mundo actual lleno de inseguridades de todo tipo, nadie está exento y cada quien afronta las dificultades como puede, sin escudos o redes de protección y en estos últimos meses que la pandemia nos vino a poner a prueba la mayoría creo que hemos resistido bien o mal los embates a nuestra endeble salud mental o eso es lo que decimos pero imaginó que las muertes de gentes cercanas y la amenaza del virus tendrán consecuencias en nuestra manera de comportarnos en los próximos años, nadie sabe qué tan graves serán estas consecuencias y si podremos ser conscientes del deterioro de esa salud mental que cuidamos tan poco pero que al final sostiene eso que llamamos civilización, esperemos que el derrumbe no sea repentino y fulminante.