El presidente de la Confederación Nacional Campesina del Estado de México, Edgar Castillo Martínez se pronunció a favor de garantizar la igualdad de los derechos de la tierra para mujeres y hombres
Julio César Zúñiga Mares/Toluca
Siempre atadas a las costumbres de sus comunidades, que en general representan obstáculos para su crecimiento como humanas, políticas de desarrollo que no las toman en cuenta y hasta las invisibilizan, son las mujeres rurales, las mujeres del campo, quienes, pese a todo, tienen la esperanza de generar sus propios espacios para vencer la violencia, el analfabetismo y, por supuesto, la pobreza.
Al respecto, el presidente de la Confederación Nacional Campesina del Estado de México (CNC), Edgar Castillo Martínez, admitió que la discriminación de la mujer es un tema real en el campo, donde trabajan igual que los hombres y ganan hasta un cincuenta por ciento menos haciendo lo mismo en una jornada de trabajo, además de que las obliga a trabajar en ocasiones en periodos de lactancia, a entrarle al surco y a la milpa con el chamaco cargando.
“Todavía seguimos con esos atavismos mentales de que la tierra, la casa, la parcela, es para el hijo varón, mientras la hija queda en un estado de indefensión total; y de ahí en adelante, deben soportar golpes y maltratos por parte del cónyuge, que se convierte en maltrato psicológico permanente”, apuntó.
En este sentido, recordó que hasta hace dos años la CNC llegaba a los ejidos a capacitar a todos los ejidatarios, hombres y mujeres, adoctrinándolos de que todos tienen los mismos derechos en la composición de las mesas directivas, en los sueldos que deben percibir, a tratar de empoderar a las mujeres y hacerles ver sus derechos, sin embargo, con los recortes presupuestales al campo desde el gobierno federal se suspendieron los programas de capacitación por falta de presupuesto.
El resultado, dijo, es que en 95 por ciento de los más de mil 300 núcleos ejidales que existen en el Estado de México, las mesas directivas aún están compuestas por varones, no obstante que en 2020 la CNC propuso ante el Congreso Federal la equidad de género en las mesas directivas de los ejidos para que se conformen con el cincuenta por ciento de mujeres y cincuenta por ciento de hombres.
Con esto, sus problemas de salud, educación y empleo, adquieren características contrastantes con los de la población femenina urbana, situación que de manera lamentable persiste, pues rara vez tienen derechos individuales a la tierra, el capital, el agua y otros recursos.
Castillo Martínez concluyó que garantizar la igualdad de los derechos de la tierra para mujeres y hombres, favorece las inversiones en tierras y la producción de alimentos, aumenta la seguridad familiar durante las transiciones económicas y sociales, y da lugar a una mejor administración de la tierra.
“Todavía seguimos con esos atavismos mentales de que la tierra, la casa, la parcela, es para el hijo varón, mientras la hija queda en un estado de indefensión total”
Edgar Castillo Martínez
Presidente de la CNC