Agosto 15, 2024
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A Adriana Tavira

Gilda Montaño

A Adriana Tavira

A mis amigos, los honro con la vida. Un día le dije a la Luna que los amaría y las promesas a ella, son sagradas. ¿Qué por qué hablo a “mis amigos”? Porque si además de todo, los he visto crecer, ser educados en fondo y forma, ser valientes y esforzados, dar todo por su país y ser los mejores que existen dentro de un ámbito que conozco, los tengo que respetar enormemente.

A Adriana, la quise mucho, mucho. Sé que de sopetón nos dejo. Se fue. Pero se fue de viaje. A un sitio maravilloso. A un lugar enorme, lleno de verdes fuertes y de azules plumbago. De amarillos color sol y de certidumbres de excelencia. De mares interminables profundos y verdes, y de almas bonitas. De amores cortados por docenas, y de truenos anunciando agua permanente sin mojar. De caricias desbordadas, y de cariños bien merecidos. De manantiales con peces, de colores desbordados.

Se fue, a donde por ningún motivo, nadie ya la podrá hacer sufrir. Habrá sino cantos de aves que reciben a la gente buena. A la que vio por sus padres y por sus hermanas. Por sus sobrinas y sobrinos. A los que amo tanto. Y por sus cuñados: Benjamín uno.

A la del torbellino del instante, que por nada decidía y hacia. A la que espero tiempo para vivir una larga y esplendida vida. La que decidió en un momento, que era más fácil recibirse por currículum que por la gran carrera que hizo en la UAEM; la que estudio en su amada Carlos Septién una maestría y de ribete hacia tareas dobles. La que estaba haciendo su tesis, que por supuesto, sería un apoyo a los que menos tienen.

Lucha eterna desde que la conocí. Constante, a diario, para siempre. De subdirectora de Amanecer, a directora de Impulso. Muchos años. Todo el tiempo sumergida. Dejo un magnífico diario.

Te fuiste de vacaciones a otro plano a disfrutar todo lo bueno, inteligente, digno y bonito de la existencia. Y estas con Gaby, que el 9 cumplió años, y con tu padre. Y todos con nuestro Señor que te tiene para siempre, junto. Luz por todos lados es lo que reflejas.

Ya no llora la tierra, como el día que te fuiste. Ya no está el volcán vestido de blanco, al día siguiente. Ahora todo es lleno de luz, de sol y caliente. Ahora todo está con esa paz inentendible.

Gracias por aprender de ti. Gracias por tu sensatez, inteligencia y templanza. Por tu ser entero que extrañare, hasta el día en que vuelva a verte.

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