“He querido contarte“
Rodrigo Sandoval Almazán
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Todas las cosas que no sabes y que me hubiera gustado decirte antes. Lo que crees que sabes no todo es cierto, al menos no desde tu punto de vista. En estos últimos años el mundo se ha transformado por la tecnología, pensábamos que nos iba a ir mejor si nos comunicábamos más frecuentemente, sí teníamos al alcance de nuestras manos un medio tan novedoso y potente como para que cada uno pudiera tener una estación de televisión, de radio y un periódico en la palma de la mano. Eso son las redes sociales, con las que podemos comunicarnos con el mundo.
Pero en lugar de ayudarnos nos dividió más. Se crearon islas de pensamiento donde las personas que compartían las mismas ideas se fueron a vivir; cuando alguien amenazaba su forma de pensar y de ser, dejaban su isla y se iban a invadir otra, destruirla o conquistarla, ya sea por las ideas o por la fuerza. En ese archipiélago vivimos ahora, pasando de uno a otro, tratando de respetarnos, pero al más mínimo descuido queremos detonar una bomba.
Por si esto no fuera el único problema llegaron unos hombres que abusaron del poder de la tecnologia, y del vacío legal en que existe y nos convencieron para que los eligiéramos nuestros gobernantes. Ellos han sabido hablar el lenguaje de cada isla, convencer a propios y extraños, conservadores y liberales, demócratas y autoritarios, duros y tibios, a todos nos engañaron para obtener el poder. Ha sucedido en muchas partes: Estados Unidos, Brazil, Reino Unido, México entre otros países.
Estos hombres y mujeres se han llamado populistas pero yo les diría aislacionistas. Lo que buscan es dividirnos, aislarnos, polarizarnos. Utilizan la tecnología, la fuerza de su discurso para controlarnos y nos destruyeron, nos partieron a pedazos, fragmentaron nuestras sociedades, destruyeron nuestras tradiciones ancestrales (día de la madre, navidad, año nuevo), nuestros sistemas políticos, nuestra manera de gobernarnos. Han sido retos enormes volver a reconstruir lo que destruyeron en pocos años y recuperar las libertades que perdimos, pero lo hemos ido logrando poco a poco.
En ese momento llegó la enfermedad. La pandemia les otorgó la oportunidad de controlarnos aún más, de encerrarnos, de privarnos de la mayor de las libertades: la capacidad de movernos libremente, de comerciar, de salir a pasear y disfrutar de nuestras tierras. Cuando apareció el COVID-19 sin ningún recato dijeron: “ llegó cómo anillo al dedo” fue la oportunidad perfecta para destruir la economía, la forma de producción para disminuir la pobreza, la manera en que se había organizado el mundo para comerciar y vivir en paz y sin guerras.
Fue la oportunidad dorada para distraernos con la enfermedad y despedazar el sistema político, desmontar las instituciones, erradicar los contrapesos políticos y legales para obtener más poder a cambio de la promesa de la medicina, de la vacuna. Estuvieron a punto de lograrlo, salvo por algunos líderes qué heroicamente defendieron nuestra constitución y nuestra forma de vida, trataron de hacer respetar el maltrecho pacto social entre los ciudadanos y el gobierno para reconstruir de nuevo una democracia.
En Estados Unidos, una de las islas, la llamada ultraderecha, se rebeló contra su sistema político y enardecidos por la furia del discurso de su líder, Donald Trump, han querido tomar su congreso y desequilibrar las instituciones democráticas de aquél. Vieron amenazada su forma de vida, sus privilegios y recurrieron a la violencia – aunque todavía no a la guerra – para “recuperarlo” por la fuerza. Otras instituciones les dieron la espalda y retomaron el poder, pero así ha venido sucediendo en las últimas décadas.
Hoy en el 2050 he querido contarte todo esto para que no cometas los mismos errores que tuvimos en el pasado. Ha regresado la enfermedad, ahora con mayor fuerza y virulencia que amenaza con extinguir la vida humana. Es cierto, no cuidamos el mundo y ahora nos quiere fuera; le quitamos la vida y energía a nuestra amada Tierra y ahora la quiere de vuelta. Nos dimos cuenta muy tarde de que todo es un equilibrio. No podemos vivir en islas, separados, peleados por siempre, no podemos vivir aislados de la naturaleza; todos dependemos de todos.
No había querido contarte esto por que me avergüenzo de no haber hecho lo suficiente para recuperar nuestro país, nuestras costumbres, nuestra historia, el equilibrio de nuestra naturaleza: tierras, bosques, ríos y mares. He querido contarte antes de que sea demasiado tarde, de que la tierra nos cobre caro por nuestra omisión, nuestro egoísmo de sólo pensar en hacernos más ricos a costa de los demás destruyendo nuestro planeta. Hemos dejado crecer esos monstruos políticos, hemos permitido que apoderen de nuestro sistema de partidos abusando de nuestras democracias y como un cáncer han acabado con ellas, con nuestras libertades, con nuestros progresos pocos o muchos para garantizarnos una mejor vida, mas plena y equilibrada.
Espero no sea muy tarde para que tomes las decisiones que no destruyan sino construyan un mundo diferente al que te he entregado, aún hay tiempo de detenerlos, aún queda esperanza. Atentamente: el futuro.