Expertos del INAH y la UNAM teorizan que las huellas de fuego estarían asociadas con el reuso de la ciudad por indígenas zacatecos, o a un incendio causado por los españoles.
Impulso/Redacción
Como su nombre lo indica, la Zona Arqueológica de La Quemada, en Zacatecas, tiene un devenir vinculado al fuego. Evidencias dadas a conocer en mayo de 2019, por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dan cuenta de dos grandes incendios ocurridos en tiempos prehispánicos y ligados al abandono paulatino de esa ciudad. Ahora, nuevos datos también revelan la presencia de fuego en los siglos XVI y XVII.
En la actividad remota, realizada en el marco de la campaña “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura, el coordinador de la Zona Arqueológica de La Quemada, Carlos Torreblanca Padilla, recordó los estudios hechos en 2019 en espacios como el Salón de Columnas o la Ciudadela, luego de los cuales se obtuvieron dos fechamientos principales: uno, relativo a los años 854 y 968 d.C., y otro, hacia 1018 y 1163 d.C.
Indicó que el primero de dichos fechamientos estaría vinculado a un incendio ligado a las tensiones entre la clase gobernante y la población; en tanto, el segundo, registrado en el pórtico del Salón de Columnas, sería testigo del fuego ritual que se usó para clausurar el sitio.
El arqueólogo abundó que la exploración se continuó en un sector distinto de la ciudad: una plataforma anexa al remate sur del Juego de Pelota, la cual fue identificada desde los años 50, cuando el arqueólogo Pedro Armillas realizó trabajo de campo en La Quemada.
La excavación de esa plataforma, “la cual tiene una desviación con respecto al eje principal en forma de ‘I’ del Juego de Pelota”, arrojó la presencia de una serie de cuartos que, a su vez, alojaban una pequeña figurilla cerámica conocida como penate, un cajete trípode esgrafiado, una escalinata, así como los fogones y la cavidad antecitados.
Tras notar la presencia de los fogones, comentó Torreblanca Padilla, se solicitó nuevamente la colaboración del equipo liderado por el investigador del Servicio Arqueomagnético Nacional del Instituto de Geofísica de la UNAM, campus Morelia, Avto Gogichaishvili.
El arqueomagnetismo es una técnica de datación, basada en la existencia de ciertos componentes en los materiales arqueológicos (como los minerales ferromagnéticos) capaces de registrar la variación, en el espacio y el tiempo, del campo magnético terrestre, cuyos componentes son: declinación, inclinación e intensidad. Para que un yacimiento pueda ser datado por esta técnica, es necesario que haya sufrido calentamientos moderados y que el material se encuentre in situ.
Así, los investigadores de la UNAM acudieron a La Quemada a recolectar las muestras que, tras su estudio en laboratorio, brindaron tres fechamientos: el fogón 1 se remontó al periodo entre los años 931 y 1006 d.C., en tanto que la cavidad (muestra 3) alojó fuego entre 757 y 980 d.C.
Si bien los dos periodos anteriores se inscriben principalmente dentro de la fase Ciudadela, aquella que cierra la ocupación de La Quemada (entre 850 y 1000 d.C.), los estudios del fogón 2 arrojaron tres fechamientos: uno prehispánico (hacia 693-947 d.C.) y dos catalogados de tipo histórico (1463-1526 d.C. y 1571-1623 d.C.).
Actualmente, concluyó el arqueólogo del INAH, se continúa con el análisis de los resultados para determinar “a qué corresponden estos dos últimos eventos que involucraron fuego”. De momento, se teoriza la presencia de grupos zacatecos que pudieron reocupar los espacios de la antigua ciudad.
Otra posibilidad es que españoles,disgregaron construcciones como el propio Juego de Pelota para construir la Hacienda de La Quemada y otros potreros en la región, prendieran fuego a las estructuras a fin de evitar que los indígenas de su tiempo las siguieran ocupando habitacional o ritualmente.