Enero 22, 2025
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Cuentos para presidentes

El día de la vacuna

Rodrigo Sandoval Almazán

Después de meses de una tensión insoportable llego el día que encontraron la vacuna contra el COVID-19. Los investigadores agotados por el esfuerzo celebraban en los laboratorios; con la excepción de un par de ellos que fueron hospitalizados de emergencia, no sólo por el cansancio sino por el stress que les produjo el esfuerzo de trabajar tantos días sin descanso, les jugo mala pasada con su diabetes o con su presión arterial. Todos ellos sabían que cada minuto significaba la muerte de un ser humano, de un padre de familia, de un hijo, de otro médico que luchaba por combatir la epidemia.

El doctor Wu era uno de esos médicos. Llevaba más de veinte años dedicado a la investigación médica y había sido uno los primeros en aislar el ADN del coronavirus, al menos, identificarlo y saber de que tamaño era el bicho, sus características, su origen y debilidades para poder combatirlo sin afectar el resto del sistema inmunológico y hasta ahora, sin tener efectos colaterales.

Es cierto que faltan las pruebas en seres vivos, nos confesó Wu, en uno de los descansos que tenía después de celebrar esta pequeña victoria contra el COVID-19. Pero lo más difícil está por empezar cuando decidamos producirlo. Observó que de pronto cambiaba mi rostro con una mueca de decepción. ¿Lo más difícil está por comenzar? ¿Acaso no hemos pasado la peor parte? Fue mi pregunta.

Wu, miró alrededor y sus pequeños ojos asiáticos buscaban ayuda en alguno de sus colegas que también le acompañaban. Todos le miraron, pero nadie dijo nada. Había alemanes, españoles, norteamericanos, japoneses, canadienses, todos ellos con muestras de cansancio no querían hablar o no podían.

Entonces Wu, dijo enfático: ahora falta la guerra de las vacunas. Habrá grandes compañías que quieran dar la pelea por producir el fármaco y venderlo; grandes inversionistas, millonarios que buscaran acaparar un mercado multimillonario, que sólo inflara el precio. Eso es por decir lo menos, después tendremos que ver cómo los gobiernos de cada país pelearan por las vacunas, los más ricos se quedaran con los primeros lotes, los más pobres con los últimos y quizás los de menor calidad.

Después tendremos el poder de distribuir la vacuna por país. ¿Qué sistema de salud a nivel nacional está preparado para vacunar millones de habitantes en unos cuantos meses o semanas? Diría que ninguno. Además, en cuanto el público se entere de la vacuna, acudirán a buscarla lo que puede ocasionar disturbios, revueltas, tendremos cientos de fraudes de vacunas piratas, dañando la salud de las personas y exponiéndolas aún más al virus; tendremos vacunas que llegaran a unos cuantos y dejaran al resto de los pobres a merced de la enfermedad. “Selección natural” dirán algunos políticos, pero la injusticia apenas comienza.

Mi decepción creció, la tristeza me embargaba, cuando Franz, el investigador alemán interrumpió la conversación para agregar otro dato estremecedor: nosotros hemos encontrado una vacuna muy efectiva, comenzó diciendo, pero sólo para una mutación del virus. Creemos que puede ayudar a controlar los efectos de otras tantas mutaciones, pero no todas y lo peor, no sabemos cuantas ni como serán.

De seguro, decía Franz, el virus de Argentina es diferente del que llegó de China, y muy diferente al que está en México y en Estados Unidos, las condiciones de las personas, el clima y otras tantas variables lo han hecho resistente a varios antibióticos y por supuesto puede hacerlo a esta vacuna. Es algo similar a lo que ha sucedido con H1N1 de la llamada influenza, el virus original ya no existe ahora tenemos que combatir el virus que ha mutado a lo largo del tiempo.

¿Cuando terminará esto entonces?

Wu, solo sonrió, estamos ganando una batalla, pero la guerra contra los habitantes más antiguos del planeta es permanente. Nosotros les hemos invadido, pero estos microorganismos nos superan en numero y muchas veces en inteligencia. La única forma de que termine la lucha es aprender a convivir entre todos. Nosotros no hemos querido adaptarnos al mundo, hemos impuesto nuestra tecnología, nuestro progreso, nuestras máquinas que destruyen el planeta, sus ecosistemas, sus ambientes.

Nosotros somos los que hemos generado las condiciones para romper el equilibrio y por eso estos virus se han desarrollado. Si restauramos el equilibrio, si aprendemos a convivir y crear ambientes sanos nada de esto pasaría.

¿Entonces este virus no es creado por los humanos como dicen algunos?, le pregunte más molesto que curioso.

Eso no lo sé, dijo Wu, de lo que estoy convencido es que nosotros creamos las condiciones para que este tipo de bichos prosperará, crezca y nos afecte. Por otro lado, nosotros hemos perdido nuestro sistema inmunológico, creemos que los avances científicos y médicos que construimos nos pueden salvar, pero al contrario, lo que comemos, nuestros medicamentos nos han hecho más vulnerables que antes. Hace cien años, este virus no habría sido una pandemia, quizás otros virus como la varicela, la viruela el sarampión nos hubieran afectado más entonces, pero no este.

Temo preguntar, le digo a Wu, entonces, me responde él, es mejor no saber, no preguntar y vivir en la ignorancia, tal vez nos ayude a estar tranquilos y vivir el presente, por hoy celebremos la victoria, hemos ganado una batalla en el camino de la vida, sigamos adelante.