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El patrimonio religioso novohispano

 Un legado a revalorar ante el embate de sismos y pandemias.  La historiadora del arte Consuelo Maquívar reflexiona sobre la riqueza que se encuentra en las edificaciones, escultura, pintura, entre otros bienes de este periodo

  IMPULSO /  Redacción

La doctora Consuelo Maquívar Maquívar, investigadora emérita del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), siempre ha estado en la trinchera del estudio y la defensa del patrimonio religioso novohispano, el cual representa un discurso donde se encuentran semillas de la identidad mexicana, por ejemplo, la veneración a la Virgen de Guadalupe.
 
Debido a la emergencia sanitaria, la doctora en Historia del Arte decidió reprogramar el curso “Iconografía religiosa novohispana”, el cual impartía a un centenar de participantes en su centro de trabajo, la Dirección de Estudios Históricos (DEH), más quienes veían la transmisión en vivo. Las dos primeras sesiones de los pasados 4 y 11 de marzo, se pueden visualizar en: https://youtu.be/ejmyYGzGHuw y https://youtu.be/1466yDrYG6E.
 
Gracias a estos cursos, junto con el titulado “Historia virreinal” que ofreció el año pasado, se va despertando el interés de las personas, no necesariamente especialistas o estudiantes universitarios. El punto de partida para comprender el significado de portadas barrocas, retablos churriguerescos, etcétera, es la historia misma “porque hay que saber desde cuándo y por qué, la Iglesia pretendió enseñar a los fieles la doctrina a través de las imágenes.
 
“Como antecedente tenemos los tratados de iconografía para que se entienda a partir de qué se representa a Cristo, a la Virgen, a los santos, de la manera en que lo vemos”, refiere la investigadora al abundar en los tratados tridentinos, de mediados del siglo XVI, y la política eclesiástica de Felipe II, que retomarían los artistas novohispanos.
 
La simbología católica se halla en la profusa iconografía de las fachadas de templos y claustros de ex conventos, sin embargo, Consuelo Maquívar aprovecha para rectificar que mucha de ésta se debe a la mano de obra ya no de indígenas “puros” (cuya población fue severamente diezmada), sino de personas que ya tenían un grado de mestizaje: “no podemos insistir en que las imágenes de los siglos XVII y XVIII las hicieron los indios.

La iconografía religiosa novohispana se nutriría con los grabados europeos de esta temática que llegaban a las “nuevas tierras”, como lo deja ver la obra de reconocidos escultores y pintores como Miguel Cabrera o Cristóbal de Villalpando, entre otros, siendo base de la enseñanza en los propios talleres, tal como se hacía en el Viejo Continente.

La Iglesia propició  el arte a través de la enseñanza de sacerdotes, clérigos, frailes, etcétera, y la mano de obra, fue inculcada por los frailes desde el siglo XVI, pero dos centurias después mestizos, criollos y astas que tenían participación en gremios y en ejecución de estas obras.


Hubo copias, porque así tenía que hacerse, pero también hubo aportaciones novohispanas. No es que nosotros no fuéramos creativos. En el siglo XVIII, en particular, tenemos iconografías muy propias.