Diciembre 23, 2024
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3 Los detectives del coronavirus

Por Layda Negrete

Investigadora en justicia penal

“¿Cómo se siente en este momento? ¿Trabajó el sábado? ¿Qué día comió con su mamá?… dice que se fue a cenar. ¿Dónde cenó? ¿Iba solo o acompañado?”.

Estas sencillas preguntas tienen el poder de identificar niveles de riesgo, actuar puntualmente y salvar vidas. Forman parte de las conversaciones que sostienen los operadores de un centro de atención telefónica de la Unidad especial del Ministerio de Salud de Singapur. Ahí se hace trabajo de investigación como el que realizan detectives. El objetivo es rastrear a quienes estuvieron en contacto con personas que dieron positivo al Covid-19 y así descubrir y contener brotes de infección.

Singapur es un estudio de caso obligado para el combate al SARS-CoV-2. En este país, el “achatamiento de la curva”, esto es: la reducción de la velocidad de contagio, es una realidad probada. Al 6 de abril de este año, Singapur reportó 6 decesos atribuibles a Covid-19, un logro para una nación con una densidad de población considerable y cuyo primer caso se documentó hace más de sesenta días.

Quien busca encuentra.

Todo comienza por un buen sistema de detección de casos de COVID-19. Además de las pruebas en hospitales para casos sintomáticos, Singapur administra pruebas subsidiadas en clínicas de medicina general distribuidas en su territorio. La estrategia es proactiva y preventiva.

En las entrevistas a personas contagiadas, los investigadores sistematizan los contactos ocurridos en días previos; registran con meticulosidad nombres, direcciones, fechas, teléfonos, lugares y duración de contactos, entre otras cosas. La información se complementa y corrobora con otros medios, como ubicación por GPS, recibos de pago e, incluso, imágenes de cámaras de seguridad. El personal de salud que realiza las entrevistas se coordina con la policía de Singapur y, en algunos casos, con las fuerzas armadas de ese país. Es una labor de inteligencia de la más alta prioridad.

El análisis de la información deriva en evaluaciones de riesgo que llegan a nivel de un individuo. En otras palabras, se aplican políticas públicas a la medida: libre tránsito, aislamiento en casa, aislamiento en cuarto con baño separado o internación en un hospital. Las autoridades notifican formalmente obligaciones a personas en riesgo quienes son sujetas a sanciones de multa, cárcel o ambas en caso de desacato.

Los cercos epidemiológicos realizados en Singapur permitieron que, hasta el día de ayer, hubiese una movilidad general. Hoy, ante el riesgo que representa el regreso de residentes de este país por el fin de las vacaciones, están por iniciar medidas más restrictivas que las autoridades han denominado estrategias para “apagar el circuito”, denotando la aspiración de interrumpir una nueva corriente epidémica.

De marcar puertas a marcar teléfonos.

En el pasado se marcaban las puertas de los hogares de los enfermos en una epidemia; hoy es más eficaz marcar teléfonos. El ejemplo de Singapur invita a la reflexión en un escenario de reactivación de movilidad en el país. La lección es que no hay enfermedades, hay enfermos. Utilizando la infraestructura de plataformas que cuentan con la confianza de los ciudadanos como es la de Locatel, “detectives telefónicos” podrían identificar a los sujetos de riesgo, asistir o canalizar casos graves y romper los más pronto posible las cadenas de transmisión presentes y futuras. El entrenamiento sería complementario y mucho más rápido y barato que entrenar personal de salud. Con una herramienta de este tipo, la información recabada sería otra ayuda en la caza y contención del virus.