De ganar Biden la
nominación a la candidatura Democráta a la presdiencia de Estados Unidos, es
casi seguro que pierda la elección presidencial ante Trump. Lo anterior es una
desgracia política: la conversión de la Suprema Corte en un bastión
archiconservador; la recuperación de la Cámara de Representantes y el
mantenimiento del control republicano en el Senado.
Mario Melgar Adalid
Si hoy fueran las elecciones presidenciales en Estados Unidos el ganador
sería Donald Trump. A menos que los demócratas entendieran que la política es
el juego de ganar, no la razón para pelearse entre ellos.
Abel Quezada, el genial caricaturista mexicano, publicó un cartón en que una
arena de box albergaba a cientos de pescados que presenciaban una batalla
campal. Los contendientes eran integrantes de las cooperativas pesqueras que
pretendían resolver sus diferencias a golpes: todos contra todos, mientras en
las graderías el respetable público pesquero, aplaudía con entusiasmo, sabedor
que mientras los pescadores siguieran peleando sus vidas no corrían peligro.
Lo mismo sucede ahora cuando en el cuadrilátero los demócratas se han dado con
todo, mientras Trump feliz, desde un cómodo sillón presidencial, observa cómo
se va cuajando su reelección.
Las diferencias entre los demócratas son abismales, sin que el sentido común
aparezca. Quedan, dos contendientes viables: si bien Biden le lleva tal
delantera a Sanders que es altamente probable que sea el candidato demócrata.
De ganar Biden la nominación es casi seguro que pierda la elección presidencial
ante Trump. Lo anterior es una desgracia política: la conversión de la Suprema
Corte en un bastión archiconservador; la recuperación de la Cámara de
Representantes y el mantenimiento del control republicano en el Senado.
Todo esto, a menos que los demócratas se percaten que Biden solo no puede
vencer a Trump. Necesitaría agregar a su fórmula electoral a un candidato a la
vicepresidencia con mayores prendas y tamaño político que él mismo. ¿Quién
podría ser semejante personaje? De mayor estatura y prendas no hay otra que
Michel Obama. La fórmula Biden-Obama es capaz de derrotar a Trump, la fórmula
ganadora.
Se ha especulado que la senadora Amy Kobluchar podría ser la integrante de la
fórmula con Biden, lo que sería un grave error. La senadora, que no sabe cómo
se llama el presidente de México, abandonó la carrera por la nominación.
Michel Obama por el contrario, se ha convertido en un personaje legendario para
la sociedad estadounidense. Su brillante papel en la Casa Blanca, la evidente
independencia de su esposo presidente: cero sumisión, cero abnegación, cero
sacrificio conyugal, así como el capital acumulado de Barack, la convirtieron
en figura nacional. Si Biden la convence de acompañarlo en la fórmula, pondría
a Trump en serios aprietos.
El presidente de EU acosa al más pintado. Hace cuatro años con motivo de las
primarias puso apodos demoledores a sus contendientes republicanos: Lying
Ted” a Ted Cruz, “Low Energy” a Jeb Bush y “Little
Marco” a Marco Rubio. Ya en la contienda presidencial fue demoledor el
“Croocked Hillary” a la candidata presidencial demócrata. De Biden ha
dicho que es “Sleepy Joe”, y el colmo es haber bautizado a Sanders
como “Crazy Bernie”, el burro hablando de orejas. No lo veo asediando
a Michel Obama, no porque sea un caballero, sino por el costo político que
tendría molestar a una figura intocable de la política estadounidense. Uno de
los más claros ejemplos que confirman la igualdad de género. No hay por el
momento mejor opción.
Michel Obama en la fórmula con Biden tiene otra lectura más allá de la
electoral. Aunque es de mal gusto hablar de la muerte, Biden está cercano a
cumplir 80 años. A esa edad es más probable morir que seguir en la política. La
ausencia de Biden haría de Michel Obama la primera mujer presidenta de EU. La
historia tendría algo que anotar en sus anales, pues se trataría de la primera
descendiente de esclavo que accedería a tan alto cargo, reservado
históricamente a hombres blancos.
Biden por sí solo está perdido frente a Trump. Michel puede ser la gran
diferencia. La contienda no tiene que ver con programas de gobierno, ni con
ideologías o posiciones políticas internas o internacionales, de lo que se
trata es de evitar que Trump se reelija. Pero desgraciadamente si las elecciones
fueran hoy Trump sería el ganador.
Twitter: @DrMarioMelgarA