Mauricio Meschoulam
Los procesos de polarización no son nuevos. Pero cuando un fenómeno se
manifiesta con semejante intensidad en tantas partes del planeta al mismo
tiempo, se vuelve necesario entender que no se trata exclusivamente de temas
locales. Recojo algunos patrones que se han venido detectando en distintos
países, sumados a algunas ideas que compartimos en una mesa sobre este tema en
W Radio con Gabriela Warkentin y Javier Risco, en el que participé con el
experto en comunicación política y discurso, Luis Espino.
1. En el libro Democracies Divided (Carothers y Donahue, eds.) se revisan nueve
casos de polarización en el planeta. Según el texto, los procesos de
polarización severa no solo consisten en situaciones en las que se presenta
divergencia de puntos de vista, sino divisiones profundas enraizadas en
identidades, las cuales resultan en rivalidades tribales, en lógicas de
“nosotros” contra “ellos”. Una especie de “no estoy en
contra de ti por lo que piensas, sino por quien eres y quien soy”.
2. La identidad que divide a los polos sociales puede ser adscriptiva o
ideológica.
3. Según la investigación, el proceso del odio inicia con el pensamiento
categórico, una forma de pensamiento en la que los individuos designados forman
parte de una categoría o etiqueta, la cual, mediante un juicio a priori,
inmediatamente los ubica en un costal unificado. Los prejuicios ocasionan que
sea virtualmente imposible que los polos enfrentados dialoguen.
4. Estos procesos provocan que las sociedades sean menos cohesivas y menos
efectivas; la confianza y colaboración para que estas sociedades funcionen,
pierde poder.
5. Los patrones más importantes detectados en los nueve casos incluyen la
confluencia de factores económicos, las desigualdades socioeconómicas, los
flujos migratorios, u otros como la desconfianza en las instituciones.
6. Además, aparece en todos los casos el rol que las redes sociales parecen
estar jugando en la polarización. No solo porque en estas plataformas la
agresividad de los usuarios parece intensificarse, sino porque funcionan como
megáfonos que amplifican tanto ideas como sentimientos.
7. Tenemos, entonces, fenómenos como la amplitud y velocidad con la que viajan
textos, imágenes y videos que producen emociones fuertes como terror,
frustración o ira, y por supuesto, también los efectos por la propagación de
noticias falsas.
8. No solo las noticias falsas viajan de manera amplia y veloz, sino que muchas
veces estas noticias falsas, o los debates propiciados por cuentas falsas son
inducidos precisamente para alimentar la polarización y así orientar agendas
políticas o producir caos social.
9. ¿Qué se puede hacer ante ello? No hay recetas. Espino, por ejemplo, sugería
separar los temas de las personas, concentrarse en debatir ideas y argumentos
y, a la vez, centrarse en posibles valores y metas compartidas.
10. Se requiere tomar pasos para revertir el pensamiento categórico explicado
arriba. Autores como Allport nos ofrecen algunas claves: el contacto directo y
presencial normalmente tiende a romper el prejuicio. Fortalecer acciones que
busquen eliminar las etiquetas y los prejuicios, deconstruir el pensamiento
tribal y empoderar las narrativas que se alejen de la polarización.
11. Sobre todo capacitarnos en habilidades como el diálogo, la escucha
presencial y activa, y así, aprender a procesar nuestras diferencias y el
conflicto, natural a la convivencia humana.
¿Es ello posible? Probablemente algunas de esas medidas no están en nuestras
manos. Pero probablemente algunas aún lo están. Vale la pena enfocarse en
ellas.
Twitter: @maurimm