José Rubinstein
Un ¡Ya basta! a la escalada de violencia, abusos, acoso sexual y
feminicidios, reclama el colectivo “Brujas del Mar”, junto con grupos
feministas y de la sociedad civil, llamando a realizar #UnDíaSinMujeres, el próximo
lunes 9 de marzo, cuando se pretende que 22 millones de mujeres —54% de la
población total y 40% de la fuerza laboral— se quede en su hogar, faltando a
sus ocupaciones cotidianas. Dicho paro será precedido el día anterior por
distintas marchas en cuando menos 20 ciudades del país con motivo del Día
Internacional de la Mujer.
En la inmemorial lucha por la liberación o emancipación femenina, un punto de
inflexión es la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadanía, en
Francia en 1791, reclamo de Olympe de Gouges para otorgar a las mujeres los
mismos derechos políticos que disfrutaban los hombres, incluyendo el sufragio.
Si las mujeres podían subir al cadalso, también deberían poder ocupar cargos
públicos.
Consideremos que las mujeres que hoy justamente claman en nuestro país por
igualdad de prerrogativas con los hombres, apenas obtuvieron en 1953 el derecho
constitucional a votar y a ser electas, lo cual ocurrió en 1955. En cuanto a la
equidad de género, tanto en las cámaras legislativas como en las distintas
dependencias oficiales se pretende equiparar el número de funcionarios de ambos
sexos. Sin embargo, ¿es sensato anteponer el género a la capacidad? ¿Negarle la
plaza a un hombre porque le toca a una mujer, o viceversa? ¿Acaso lo procedente
no es elegir al más capaz? ¿La aptitud para ejercer un cargo no debe predominar
sobre masculinos y femeninos?
El paro aludido no puede subestimarse —no vaya a ser que prenda la mecha—, a él
se han sumado millones de simpatizantes de prácticamente todos los sectores.
Hasta ahora la inconformidad no va dirigida contra el gobierno de López
Obrador, quien bien podría haber capitalizado la inconformidad a su favor
erigiéndose como convencido guardián de los derechos fundamentales de la mujer,
en lugar de comprar boleto y fustigar a los aprovechados hipócritas
conservadores de derecha, manipuladores infiltrados en el movimiento,
convertidos ahora en feministas para enfrentar y afectar al gobierno. Qué
fuerte, la inseguridad y la violencia de la cual son víctimas las mujeres, ha
congregado a millones de ellas en una demostración de hartazgo, decidiendo
quedarse un predeterminado día en sus casas. Ninguna se mueve, ninguna en la
calle, ninguna en su trabajo, ninguna en la escuela, ninguna de compras. ¿Qué
más hacer para sentirse protegidas y respetadas en su propio entorno? En
promedio 10 mujeres mueren por violencia cada día, quedando impunes el 90% de
los casos. En 2019 se presentaron 976 denuncias por feminicidio, 137% más que
las presentadas en 2015.
El apoyo a este inquietante movimiento ha unificado criterios, anticipando
definitorias acciones para de una vez por todas devolver en lo posible la
añorada tranquilidad a mujeres que hoy dan muestra de unión y fortaleza,
mujeres cuya principal aspiración es vivir y dejar vivir. La Fiscalía General
de la República intenta aumentar la pena por feminicidio a entre 40 y 65 años
de prisión. La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, pretende elevar
el tema de violencia de género a máxima prioridad nacional, ofreciendo la
inmediata indagación sobre mujeres reportadas como desaparecidas, sin que
medien denuncias en fiscalías.
Dejan las mujeres testimonio de su valía y de su valor, respetémonos
respetándolas.
No más días sin mujeres.