Diciembre 22, 2024
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A un año de transformaciones de la Cuarta

IMPULSO/ Ángel Ávila Romero

“El secreto de la libertad radica en educar a las personas, mientras que el secreto de la tiranía está en mantenerlos ignorantes”.
Robespierre

Encontrar una forma de asociación que defienda y proteja como una fuerza común a las personas y los bienes de cada una de ellas y que en consecuencia procure su seguridad en amplio sentido, permite la unidad en una sociedad, ello sin la necesidad de la obediencia servil a uno y logrando salvaguardar en todo momento la libertad; esto es lo que resuelve y mandata lo que la teoría política conoce como contrato social, para ello se requiere de un elemento previo y medular que es sustantivo —nos referimos a la voluntad— ya que de ésta depende el ánimo de suscribir el pacto que se traducirá en el documento escrito que en la época moderna conocemos como: Constitución Política.
El 1 de diciembre de 2018 tal como lo establece nuestra Constitución y después de haber sido calificada la elección de presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador asumió la titularidad del Poder Ejecutivo. El clamor popular que le permitió condensar la preferencia del electorado estribaba en tres acciones que los ciudadanos esperaban se resolvieran con el triunfo de éste —seguridad, empleo y salud— aspectos racionales que se albergan detrás del concepto de campaña utilizado “acabar con la mafia del poder y la corrupción”, las manifestaciones positivas de un verdadero cambio se verían impactadas en los tres rubros citados, la realidad a un año es muy diferente.
Primero, porque en el gobierno de la llamada transformación se integraron personajes del viejo régimen corrupto (en áreas estratégicas) como Alfonso Romo, Esteban Moctezuma, Manuel Barttlet, Jorge Alcocer, por mencionar algunos. Luego bajo la retórica de que en México se ha terminado la época neoliberal, el mismo presidente en coordinación con su jefe de oficina, constituyo un Consejo de Asesores, integrado por empresarios que en el pasado fueron duramente criticados y señalados por este como enemigos del pueblo. El neoliberalismo materializado en los hombres del poder económico y político de los últimos 40 años del siglo pasado y los primeros 18 del presente, son personas clave en las decisiones del nuevo titular del ejecutivo.
Segundo, las políticas públicas implementadas en tan solo casi un año han tenido efectos negativos en lo general, principalmente en materia económica, empleo, seguridad, educación, salud y desarrollo científico, áreas que impactan de manera directa a los millones de ciudadanos que sin importancia de filiaciones políticas conforman a la sociedad mexicana, al pueblo como le gusta decir a otros.
Considerar que tan solo en este 2019 el crecimiento económico anual reportado al tercer trimestre fue del —0.1% (Inegi). Es importante, el impacto es a la par de la pérdida de empleos formales, es decir, aquellos que realmente cuentan con por lo menos lo básico en materia de seguridad social que para agosto de este año sufría una pérdida de 72,547 puestos de trabajo y con ello lo que implica en su reproducción de bienestar familiar.
La seguridad o mejor dicho inseguridad al alza, sin que se implementen medidas que hagan sentir a los ciudadanos en paz y seguros. La promesa de campaña en esta materia se están cumpliendo sin duda – amnistía a la delincuencia —las personas, no son de interés este gobierno 30,000 asesinatos en un año son una realidad indiscutible. No han sido prioridad ni la educación, la cultura, la ciencia y tecnología, mucho menos la salud pública.
El retroceso en materia de instituciones democráticas y libertad es latente, la concentración del ejercicio del poder se muestra en actos como el de la imposición que se sufrió la CNDH. Entonces estimado lector, ¿a un año les parece que vamos bien?