Noviembre 24, 2024
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Cuando un cártel felicita a un gobierno

IMPULSO/ María Elena Morera

La tragedia ocurrida en Culiacán evidenció la incapacidad gubernamental para hacerle frente a la delincuencia organizada en el país, y confirmó lo notorio: los encargados de la seguridad no conocen lo que sucede en sus áreas de responsabilidad y no pueden con el encargo, o sí lo saben y tampoco pueden con el encargo. La explicación, más allá de las flagrantes contradicciones entre distintos funcionarios públicos, y entre ellos y el propio presidente, se ha basado en que hubo una mala planeación del operativo. Evidentemente, a juzgar por los 14 muertos, los 21 heridos, los 55 reos fugados y, desde luego, el jefe criminal liberado, pero el presidente ha referido en los últimos días que la decisión de liberar a Ovidio Guzmán fue “humana”, ya que se optó por salvar la vida de muchas personas. Se omite el detalle de que la situación de riesgo fue generada por el gobierno, y el dato de la liberación de decenas de criminales de la prisión local, gente que mata, secuestra, roba y extorsiona.
Como ya es costumbre, el gobierno se dedicó a buscar culpables y, además de echarle la culpa a un juez, supuestamente por no haber liberado a tiempo la orden de cateo, ahora el secretario Durazo pretende culpar a quienes llevaron a cabo el operativo. Algunos de esos operadores fueron policías federales, esos que nos dijeron que eran ineptos y corruptos, y que ahora mandan a una aventura absurda. Y ahora es a ellos a los que se pretende responsabilizar del desastre. No es de gente honorable culpar al subordinado que al menos sí se la juega. ¿Quién estará dispuesto a participar en labores de seguridad en un gobierno en el que la cadena de mando sólo sirve para trasladarle la responsabilidad a los únicos que en verdad se enfrentan a los criminales?
Ante lo sucedido, resulta necesario subrayar que la disyuntiva nunca fue binaria. No se trata de liberar criminales o acabar con la vida de mexicanos inocentes. Siempre hay opciones, a partir de un mínimo de competencia, para enfrentar a la delincuencia sin provocar masacres. En años anteriores se han realizado decenas de operativos contra blancos de muy alta peligrosidad sin generar el pánico que se generó en Culiacán. Igualmente, en lugar de andar acosando a opositores, la Unidad de Inteligencia Financiera podría acabar con los negocios de las organizaciones criminales. En fin, lo que se hace en todo el mundo sin generar el caos.
Pero el caso es que lo sucedido tampoco sorprende. Lo que hoy tenemos son índices delictivos al alza, destrucción de la policía federal y abandono de policías locales, desgaste de las Fuerzas Armadas y mensajes conciliatorios a criminales. Estos son los lineamientos más visibles de eso que el gobierno pomposamente llama “estrategia”, pero ni los lamentos, ni echarle la culpa al pasado o a los subordinados, ni los mensajes buena onda a los narcos, ni las reuniones diarias muy temprano, están resolviendo ni van a resolver una crisis tan grave y compleja como la que azota al país. Por lo pronto, se requiere compromiso, seriedad, profesionalismo, y hablar con la verdad.
Algo muy grave sucede cuando los únicos que te felicitan por un operativo son los integrantes de un cártel, y también es grave afirmar que quienes criticamos lo que hoy se hace en seguridad estemos apostando por la violencia. Lo que decimos es que el Estado puede y debe aplicar sus capacidades para cumplir con su obligación principal, que es cuidar a la ciudadanía. ¿De veras no se entiende? O quizá, como parece, de veras no pueden.

@MaElena Morera