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El embajador Landau y la magia de la CDMX

IMPULSO/ Paola Félix Díaz
¡Qué honor llamar a la gran CDMX nuestro nuevo hogar!
Con ese mensaje, el nuevo embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, inició, hace unos días, su misión diplomática desde esta ciudad, su nueva casa, a la que ha enmarcado con importantes gestos de reconocimiento, respeto, afecto y admiración.
Por las venas del recién designado diplomático corre un sentimiento latinoamericano: Nació en Madrid, España, cuando su padre, George Walter Landau, era embajador en el país ibérico, pero de niño y luego como adolescente vivió en Paraguay, Chile y Venezuela.
América Latina y México no le son ajenos en lo absoluto, ya que, en sus estudios universitarios en Harvard, de dónde se graduó en Leyes con mención honorífica, obtuvo una certificación en estudios latinoamericanos. No sorprende, por tanto, que una de sus primeras declaraciones apenas arribó a México, fuera reconocer que entre Estados Unidos y México existe un “enorme sincretismo” a nivel económico, cultural y familiar. Sin duda un planteamiento que no se escuchaba tan directo de parte de un representante del gobierno de Washington en México, por la reticencia política a hablar de esa fusión histórica entre dos naciones, dos pueblos, dos culturas, dos mundos distantes que al final se descubren unidos.
En muy poco tiempo, quizá en un par de semanas, Christopher Landau ha experimentado la pasión que le despierta México y las maravillas que esconde para sus naturales y visitantes la gran Ciudad de México, llena de cultura, historia, tradiciones, sabores, aromas, enigmas y, claro, ese misticismo que nadie comprende hasta que lo vive.
Hablar de los países de Latinoamérica es una gran satisfacción, conocerlos es un honor, pero vivirlos, como el embajador Christopher Landau comienza a vivir la CDMX, es una aventura para la que no hay palabras. En este breve tiempo el representante diplomático estadounidense ya dio cuenta en Twitter, Facebook e Instagram de su visita a las chinampas de Xochimilco, acompañado de su esposa Caroline y sus hijos Nathaniel y Julia de 18 y 12 años respectivamente.
La experiencia de sentir la ciudad, conversar con la gente de a pie, ya sean estudiantes o un vendedor de jugos; caminar sus calles que evocan el pasado precolombino o virreinal; entrar a sus museos; visitar sus colonias o barrios emblemáticos o sucumbir a lo sublime del Altar a la Virgen de Guadalupe, en la Villa de Guadalupe, sencillamente es único. Y eso es lo que está haciendo el embajador norteamericano quien, sin proponérselo, se ha convertido en un embajador de la Ciudad de México, porque de manera espontánea y sencilla describe su magia y magnetismo, algo que muchos quienes nacimos y vivimos aquí quizá todavía no alcanzamos a conocer y dimensionar del todo.
“Recorriendo el Museo de Arte Popular. ¡Qué magia! Y acabo de conocer La Ciudadela y el Mercado de San Juan. (¡No me atreví a probar un alacrán!). Estoy gozando de mi nueva ciudad. – en Museo de Arte Popular”, escribió recientemente en sus redes sociales el diplomático, abogado y guadalupano.
Christopher Landau no aplica la retórica cuando señala que “quisiera conocer cada rincón del país, desde Tijuana, Matamoros, hasta Chetumal y Tapachula, quisiera conocer mexicanos de todas tendencias políticas, de todos sectores económicos y sociales, quisiera conocer más a fondo la historia y cultura de este magnífico país”.
Lo hace, y de una manera que pocos pensarían, como un simple ciudadano del mundo, acompañado de su esposa e hijos, con quienes encuentra trascendencia y significado en cada rincón de esta CDMX hasta ahora visitados.
El fin de semana pasado estuvo en la casa de Frida Kahlo. A través de un tuit que subió junto a una selfie, el embajador escribió, refiriéndose a la pintora: “Admiro su espíritu libre y bohemio, y con razón se ha convertido en ícono de México en el mundo entero…”
También, el domingo pasado se le vio durante un recorrido por los barrios de Coyoacán. Desde ahí, en otro tuit describió: “Gracias a las sugerencias de mis queridos seguidores, me encuentro esta tarde en Coyoacán. ¡Qué bello lugar! Como un pueblito dentro de la gran metrópoli. Comienzo mi recorrido en la plaza Sta. Catarina. ¿Por dónde voy ahora?”
Otra experiencia: “Durante mi paseo ayer en Colonia Roma, paré en el Museo MODO. Me interesan mucho los objetos de la vida cotidiana, y la belleza que hay en ellos. ¡Qué buena colección que tienen ahí, y que bien expuestos están los objetos! Me compré este destapador”.
El sábado 31 de agosto el embajador hizo otro recorrido por calles de la Ciudad de México y en esta ocasión visitó la porfiriana Colonia Roma, donde admiró la arquitectura clásica y lo bohemio de sus calles. En un momento de su visita, escribió en las redes sociales: “En un día espectacular, tomé un paseo por @LaRomaDF. ¡Qué arquitectura bellísima, y qué encantadoras tiendas y restaurantes! Me acordó mucho del Greenwich Village en New York y del Palermo Hollywood en Buenos Aires. ¿Qué me recomiendas conocer en mi próxima visita?”
Y de los capitalinos, de las personas comunes, con quien ha comenzado a tener una interesante conversación digital, compartió que “la mayor riqueza de México es su gente”. “De paso por el Centro Histórico —tuiteó— me encontré con una gran variedad de mexicanos. Todos me saludaron calurosamente. Aquí una selfie con estudiantes de derecho: el futuro del país. ¡Saludos!”, publicó.
Visitó un puesto de jugos de frutas, en donde le tomó una foto a su hijo que luego posteó. “Entre las maravillas de México están las frutas frescas. Mi familia gozó de una variedad de esas frutas (naranja, sandía, piña, fresa, limón) en una encantadora juguería del Centro Histórico. Hasta le invitaron a Nat hacer el jugo. ¡Más comercio agrícola!
Días antes, el 17 de agosto, apenas descendió del avión que lo trajo de Houston a la Ciudad de México, Christopher Landau visitó junto con su esposa Caroline, la Basílica de Guadalupe, en donde fue recibido por las autoridades del santuario. Luego de admirar el Gran Altar, se sinceró, a través de su cuenta de twitter: “Le rogué (a la Virgen de Guadalupe) que me diera la sabiduría y el espíritu para fortalecer los lazos entre nuestros países (México y Estados Unidos).
Pocas veces un embajador norteamericano se había expresado tan abierto y maravillado respecto a todo lo que esconde y representa la Ciudad de México, nuestra Ciudad de México. Por todos estos descubrimientos, que están aquí, que son nuestros, que son nuestra identidad y nuestra historia, que sorprenden, para bien, al más conocedor de los viajeros, el embajador Christopher Landau describe así a la CDMX:
¡¡¡Qué Magia!!!

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