IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
Instalado finalmente en el número 10 de Downing Street como nuevo primer ministro británico al coronar una polémica carrera política, para Boris Johnson es tiempo de empezar a gobernar y terminar la demagogia, porque su administración enfrenta retos inmediatos que exigirán el mejor esfuerzo del líder conservador populista.
No es un secreto que el desafío más urgente para el Reino Unido y Johnson es el Brexit, el complicado y riesgoso proceso de separación de la Unión Europea que el flamante premier ha prometido lograr—”sin peros que valgan”—el próximo 31 de octubre.
Sin embargo, no ha propuesto alguna iniciativa relevante para superar el estancamiento actual, después de que su propia mayoría Tory en el Parlamento rechazó tres veces el plan negociado con la Unión Europea para un divorcio en orden por su desafortunada predecesora, Theresa May, el año pasado en Estrasburgo.
Johnson ha señalado que está determinado a reabrir el acuerdo y eliminar secciones—como las correspondientes a migración y movilidad laboral—que los restantes 27 estados integrantes de la Unión Europea han declarado como no negociables.
Las oportunidades de una salida desregulada, de la llamada “sin acuerdo”, insistió, son de “un millón a uno”; el miércoles lo reiteró, tras jurar el cargo en el Palacio de Buckingham, al enfatizar que “haremos un nuevo acuerdo, un mejor acuerdo […] la gente que apostó contra Gran Bretaña perderá su camisa”.
Pese a su mensaje optimista, al mismo tiempo que se anunciaba la elección de Johnson en Londres el martes, Frans Timmermans, primer vicepresidente de la Comisión Europea, repitió en Bruselas que la Unión Europea no renegociará el convenio.
Ante los reporteros, Timmermans dijo que a él “le tomó mucho tiempo para decidir si estaba a favor o en contra del Brexit y ahora su posición es clara. Creo que la posición de la Unión Europea también está clara: el Reino Unido alcanzó un acuerdo con la Unión Europea y la Unión Europea se apegará al mismo. Escucharemos lo que el nuevo primer ministro tiene que decir cuando venga a Bruselas”.
El comisionado europeo de Lituania, Vytenis Andriukaitis, resumió la postura escéptica del bloque, al recalcar que políticos como Johnson socavan la democracia con “promesas baratas, visiones simplificadas, declaraciones descaradamente incorrectas”.
En un blog, Andriukaitis agregó: ¿Puede sobrevivir la democracia a este tipo de política? Mi opinión es que la democracia sólo opta por los principios que se derivan de ella, que la defienden y le dan legitimidad. Los que vienen de hechos ‘falsos’ la están matando”.
Elegido por 92,153 militantes del Partido Conservador—menos de 2% de la población británica—sobre su rival, el ex secretario de exteriores Jeremy Hunt, Johnson no tiene fuerza para renegociar con la Unión Europea.
Pese a la importancia de los mercados financieros de Londres, de los 3.5 millones de europeos en el Reino Unido que quieren permanecer ahí y de la dependencia del comercio exterior de Irlanda en las rutas de tránsito y los puertos británicos—la extremista Tory Priti Patel, nueva secretaria del Interior, afirmó en 2018 que Irlanda enfrentaría una peor escasez de alimento que Gran Bretaña si no hay acuerdo—, una recesión está en puerta para el país en el momento más inoportuno.
Impulso perdido
Según el Instituto Nacional de Investigación Económica y Social (NIESR), la economía británica parece haber perdido todo “impulso significativo” dada la “crónica” incertidumbre que enfrentan las empresas debido al Brexit y la disminución del crecimiento internacional.
El NIESR considera que existe una posibilidad de uno a cuatro de que la economía se haya contraído 0.1% entre abril y junio, así como de que ocurrirá lo mismo en los siguientes tres meses.
También ubica la posibilidad de una salida de la Unión Europea sin acuerdo en 40%.
Incluso si la salida sin acuerdo puede realizarse de manera ordenada, desvanecerá el crecimiento para el próximo año y aumentará la inflación por arriba de 4%. “Hay un riesgo significativo de que la economía ya se encuentre en recesión técnica”, indicó en un reporte.
El panorama posterior al 31 de octubre, cuando el Reino Unido habrá dejado la Unión Europea, es “muy oscuro”, con la posibilidad de una “severa desaceleración” si se registra una salida desordenada, en la que la libra esterlina caería hasta cerca de USD $1.10.
Si el escenario de la falta de un acuerdo se evita, el NIESR cree que la economía crecerá en 2019 y 2020 en 1%, pero una salida desordenada de la Unión Europea llevaría a cero el crecimiento del PIB el próximo año y las tasas de interés aumentarían de 0.75% a 1.75%.
Acostumbrado a jugar con los hechos como su probable alter ego, Donald Trump, presidente de Estados Unidos, el extravagante Johnson no puede esperar mucho de Washington estos días.
Al contrario de sus planes reportados para cerrar un acuerdo comercial bilateral que entraría en vigor tan pronto como el Reino Unido abandone la Unión Europea, Liam Fox, exsecretario de Comercio Internacional despedido del gabinete con Hunt y otros miembros el miércoles, advirtió que dicha medida “violaría la ley europea”.
“No podemos negociar nada con Estados Unidos hasta que hayamos dejado la Unión Europea”, señaló Fox a BBC el lunes. Fuentes cercanas a Johnson comentaron que el plan era lograr un convenio “limitado” a una sola área de mercancías. No obstante, Fox, quien hizo campaña por el Brexit al lado de Johnson, lo descartó al resaltar que cualquier pacto posiblemente requeriría años para ser aprobado por el Congreso estadounidense.
“Tomará tiempo y tenemos la complicación adicional, recuerden, de que estamos muy cerca del año preelectoral en Estados Unidos, en el que es muy difícil lograr las cosas en el Congreso, por lo que incluso si se negocian rápido no serán capaces de ratificarlas”, aseguró.
El mes pasado, Fox también desechó las afirmaciones de Johnson de que el Reino Unido podría utilizar una regla del comercio internacional llamada “GATT 24” para mantener el intercambio con la Unión Europea sin aranceles en caso de un Brexit desregulado.
“Es importante que el debate público sobre el tema se efectúe con base en los hechos, más que en los supuestos”, expresó Fox.
Adicionalmente, Johnson carece de una mayoría sólida en la Cámara de los Comunes. Si tan sólo tres tories desertaran para sumarse a los radicales del Partido Brexit o tres arrepentidos se unieran a los Demócratas Liberales, que favorecen permanecer en la Unión Europea, su mayoría desaparecería al instante.
Johnson también depende de los votos de diez legisladores del Partido Unionista Democrático (DUP) de Irlanda del Norte para tener una mayoría funcional.
Frente a este contexto, sería deseable para el Reino Unido que acaben las similitudes entre su nuevo primer ministro y Trump.
Fuera de Europa, el mayor desafío para Johnson son las tensiones con Teherán, luego de que Marines británicos asaltaron el 4 de julio el petrolero de bandera iraní Grace-1 en la costa de Gibraltar.
Los británicos sostienen que capturaron el barco porque sospechaban que se dirigía a Siria, tratando de eludir las sanciones de la Unión Europea contra el gobierno del país árabe.
La semana pasada, sin embargo, la Guardia Revolucionaria iraní detuvo en represalia el Stena Impero, un petrolero de bandera británica, en el Estrecho de Ormuz.
Ante la hostilidad manifiesta entre Washington e Irán, así como el peligro de una gran guerra en Oriente Medio que perturbe el comercio petrolero y la economía global, esta disputa en particular representa echar gasolina al fuego.
Por fortuna, Johnson ha declarado que “la diplomacia debe ser el mejor camino hacia adelante” y afirmó que “la respuesta es no”, en torno a la posibilidad de que su gobierno apoye una acción militar en el Golfo Pérsico.