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Sin rumbo, ni destino

IMPULSO/Gonzalo Vaca

En uno de los más recientes documentos de análisis que presentó ante la opinión pública el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en el que participan científicos sociales, académicos e investigadores de muy reconocida formación intelectual, se hace el Diagnóstico IMCO, La política social en México, sin rumbo ni destino cierto (*)

Entre los 10 diferentes temas que aborda este prestigiado centro de investigaciones que, entre sus valores, busca las mejores políticas económicas para el desarrollo incluyente, con una propuesta de política pública que se basan en los derechos fundamentales de las personas confirma el sin sentido de los “caprichos” de la gobernanza populista de la 4T, a partir de este año 2019.

Es cierto que para que se produzca la movilización social, el individuo en particular y la familia de éste en general, debe pasar por el acceso, primero, y después por el aprovechamiento de los servicios educativos y de salud, vivienda y alimentación, para después promoverse a sí mismo y como grupo social hacia una mejor etapa de desarrollo, personal y grupal.

Para ello, es necesario que el ciclo del capital de inversión-empleo-ingreso-bienestar, esté aparejado con las oportunidades que como sociedad se deban ofrecer, junto con las herramientas propias para poder aspirar a mejores oportunidades de vida. Una de estas herramientas y sectores de la sociedad eran, sin duda las Estancias Infantiles en las que las madres trabajadoras tenían la posibilidad de “encargar” a sus hijos con especialistas y no con abuelos, como lo llegó a decir con tanto cinismo el ministro de la hacienda púbica mexicana.

El Programa de Estancias Infantiles buscaba contribuir con la inclusión de mujeres en el mercado laboral o permitir que éstas siguieran estudiando, mientras que sus hijos eran alimentados y capacitados en la convivencia sana y armónica con base en planes académicos, nutricionales y de integración social.

Hasta 2018, el programa de Estancias Infantiles ofrecía acceso a los servicios de cuidado infantil, como un esquema de seguridad social, dando recursos directamente a las estancias infantiles. El apoyo se otorgaba bajo dos modalidades: 1) una especie de beca de 950 pesos mensuales por niño o niña (o mil 800 para niños con alguna discapacidad) con al menos 15 asistencias a la estancia y 2) un monto de hasta 70 mil pesos para establecer y operar un centro de cuidado.

Para 2019, el Programa como tal se eliminó sin tomar en consideración que de acuerdo a la última evaluación del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el programa de Estancias Infantiles se consideraba exitoso debido al buen diseño, planeación y operación. Destaca que el 93.9% de los beneficiarios consideraron que el programa de Estancias Infantiles contribuyó a mejorar su calidad de vida y la de sus hijos.

La evaluación de desempeño (2017) de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) concluyó que los diseños normativo, programático, presupuestal, institucional y metodológico del programa fueron congruentes entre sí. A pesar de ello, con las 319 estancias que se acreditaron en 2017 no se priorizaron las localidades con mayores desventajas (solo el 4.7% de ellas se ubican en localidades con alto y muy alto grado de marginación). Dentro de las recomendaciones se incluyó focalizar esfuerzos para beneficiar a la población más necesitada y evaluar resultados.

En la evaluación financiera (2016), la ASF concluyó que en lo general la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) cumplió con las disposiciones legales y normativas, pero encontró anomalías por 70.2 millones de pesos (equivalente al 2.1% de los recursos revisados). Destaca que 10 de las 9 mil 515 estancias no presentaron los estados de cuenta bancarios que acreditaran los apoyos para la modalidad. ¡Solamente 10 de nueve mil!

Además, de acuerdo con el Índice de Desempeño de Programas Públicos Federales (Indep), en 2018 el programa presentó alta calidad en su diseño valorando este aspecto con un 96.9, al mismo tiempo ha contribuido a “Mejorar las condiciones de acceso y permanencia en el mercado laboral de las madres, padres solos y tutores que trabajan” por lo que en el componente de cumplimiento de la meta tiene un valor de 74.3.

Y en el diagnóstico final,  NO se encontró evidencia suficiente para respaldar los argumentos del Gobierno de AMLO para su desaparición, pues lejos de ser una programa corrupto y que promovía la desviación de recursos públicos, la ASF solo encontró anomalías en el 2.1% de los recursos revisados. Además, las 319 estancias que no están debidamente acreditadas corresponden solo al 3.4% del total de las estancias. Igualmente, el hecho de que las nuevas estancias no estén en localidades de alta y muy alta marginación no implica que los usuarios no tengan dicho grado de marginación.

Las evaluaciones de las tres fuentes apuntaron a que el programa cumplía con sus objetivos, aunque destacaron áreas de mejora con respecto a la medición de resultados y a los mecanismos de control y seguimiento. En cualquier caso, el Gobierno pudo haber implementado medidas para transparentar el uso de los recursos, focalizar mejor el programa y evitar errores en el padrón, pero que fue lo que decidieron: cerrarlas, sin importar más que la voluntad de querer cerrarlas.

Empero, el nuevo diseño propuesto por AMLO y los suyos para sustituir el esquema de las Estancias Infantiles, NO resuelve las fallas detectadas. Más aún, dificulta la evaluación del cumplimiento de los objetivos del programa, puesto que no hay forma de garantizar que el dinero se use para el cuidado de los niños. Gobernar por capricho tendrá consecuencias. ¡Cuidado México!