IMPULSO/ Gonzalo Vaca
Sí, parece ser que sí son amigos o al menos piensan y actúan igual. Ambos son prolíficos en sus comentarios en contra de medios de comunicación y de periodistas. Uno de esos “amigos” hace no mucho (noviembre de 2018) llamó “enemigo del pueblo” a un periodista y el calificativo fue debido a que el informador fue “irrespetuoso” con el Gobierno. El otro “amigo” tachó por críticas “indecentes” a un medio de comunicación y hasta se atrevió a acusar –sin probar- que es patrocinado por corruptos.
La primera información publicada en The Financial Times y retomada por El Cronista y en la que se revela la sorpresa del gremio a nivel mundial, respecto a las aseveraciones de un Presidente de una Nación libre que se reconoce así mismo como respetuosa de las libertades individuales. https://www.cronista.com/financialtimes/El-ataque-de-Trump-a-la-libertad-de-prensa-envalentona-a-dictadores-20181112-0073.html Copyright © www.cronista.com
En ese mismo artículo de referencia, se hace un llamado a la advertencia respecto a los ataques a los medios de comunicación y se destaca el uso de un nuevo vocabulario para “lidiar” con los medios. Así, frente a un hecho poco conveniente o ante preguntas incómodas, siempre se podría usar la descalificación de quien cuestiona, del medio al que representa o de plano afirmar, otra vez, sin probar que son fake news.
Por supuesto, los gobiernos autoritarios matan y detienen a periodistas desde mucho antes de esta nueva era de gobernantes con tintes de dictadores, pero en fechas recientes –al menos en México- parecen intensificarse los ataques abiertos a los medios de comunicación, rozando la degradación de una libertad plena de la democracia que hoy más que nunca está en riesgo.
El artículo en mención agrega que el Comité de Protección a Periodistas informa que, en el año 2017, se registró un nuevo pico de cantidad de reporteros en presión en todo el mundo.
El discurso de odio nunca podrá ser invocado como opción y mucho menos cuando proviene de un Jefe de Estado, pues alienta a los demás (subordinados y seguidores) a secundar al líder. Es harto peligroso como lanzar un grito de guerra en contra del enemigo real o imaginario y llamar a las huestes a destruirlo, pésele a quien le pese y por encima de todo y contra todos.
Sí, parecen amigos. AMLO y Trump. TRUMP y AMLO. Los dos son fieles seguidores de la ironía ante la libertad de expresión. Los dos persiguen a los medios y a los representantes de éstos ante la opinión pública y los dos se llenan la boca de descalificaciones por demás peligrosas.
Ya el diario inglés The Guardian, luego de un análisis del discurso que AMLO escribió: “está mostrando comportamientos similares a los de Donald Trump por sus ataques contra la prensa”. Este diario –uno de los más prestigiados a nivel mundial- dio espacio a una nota titulada “Las críticas de AMLO provocan amenazas de muerte a un diario”, refiriéndose a las amenazas en contra de Juan Pardinas, director editorial de Reforma y que el Artículo 19 consignó, tras la campaña de hostigamiento desatada en las “benditas” redes sociales contra ese medio y a las que calificó de “discurso estigmatizante”, al fomentar el hashtag #NarcoReforma.
Sí, parecen amigos, pero amigos de la dictadura y de los ataques abiertos y vergonzosos en contra de la libertad de Prensa. AMLO, el 15 de abril de 2019 reiteró su amenaza al diario Reforma y hasta se atrevió a decir: “si se pasan… ya saben lo que les pasa…”
Apenas 45 días después, desde esa amenaza velada, hoy otra vez el presidente López arremete contra el diario. Ahora afirma que “Reforma está patrocinado por corruptos” y lanza una advertencia “ya dejen sus fobias…”. El problema no es si ese diario se llama Reforma o el comunicador se apellida Pardinas, el problema es que todos los que se dedican a esta noble profesión hoy se encuentran más desprotegidos, si es que alguna vez lo estuvieron.
Parece ser que los periódicos y los periodistas cruzan solitarios por un agreste desierto y sin que nadie se preocupe al menos por saber si llegarán o no al otro lado de la línea. El verdadero peligro de una democracia comienza por atentar contra la libertad de expresión, porque luego viene la represión y la dictadura.
El discurso de “yo tengo otros datos” y descalificar a quienes piensan diferente no hace más que mostrar a un López Obrador intransigente. Peligroso.
Si no son amigos, lo parecen. AMLO y Trump, piensan igual y así se conducen. Llámese Reforma o El Pasquín de mi pueblo, debería respetarse el derecho a disentir y con argumentos legales demostrar quién o quiénes tienen la razón, sin olvidar que no hay verdades absolutas. Igualmente, los medios y los representantes de éstos deben conducirse bajo un código de ética, moral y profesional y aportar siempre las pruebas irrefutables de sus escritos, como también lo deben hacer quienes ostentan el poder al sustentar sus dichos. Es una lucha desigual. Uno tiene todo el poder, los otros, solamente intentan ejercer un derecho.
Sin una prensa libre la democracia de cualquier Nación es una utopía y un paso inmediato a la autocracia. No olvidemos los más recientes datos de la Unesco, organización que apenas hace un par de años reportó que nueve de cada diez asesinatos de periodistas en todo el mundo permanecen impunes y que después de México, Brasil es el país con más casos en América.
¿Qué país queremos como sociedad? ¿Uno que decida libre y soberanamente el destino de sus Instituciones u otro que sea sometido a la voz y voluntad de un solo hombre, por más legitimidad que le hayan otorgado los electores? El retorno al autoritarismo está en ciernes, no lo permitamos nadie. Ni el gobernante, ni los gobernados pueden caer en el ostracismo de ningún tipo de libertad. La responsabilidad es de todos, pero lastimosamente el jefe del Estado mexicano sigue ensoberbecido y cegado de que su verdad es la verdad de todo y para todos ¡Cuidado México! ¿Un llamado a tiempo? ¡Ojalá!