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Historias de negoCEOs

IMPULSO/ Mario Maldonado

Analista financiero

La disputa por Pemex dentro del gobierno de AMLO

Rocío Nahle y Octavio Romero no se pueden ver ni en pintura. No se llevan bien, tienen visiones encontradas sobre el sector energético y aunque los dos gozan del apoyo del Presidente -quien rechaza la escaramuza-, ninguno quiere hacerse responsable de las malas decisiones, particularmente en Petróleos Mexicanos.

El origen de la discordia es el proyecto que Andrés Manuel López Obrador le prometió a sus paisanos: una nueva refinería en Dos Bocas, Tabasco. Rocío Nahle, actual secretaria de energía, le metió en la cabeza al Presidente que su construcción era viable y que podría hacerse en tiempo récord, pero los técnicos de Pemex –los que conocen las entrañas de las refinerías– la aterrizaron a la realidad: ni costará 6 mil millones de dólares ni se podrá hacer en tres años; mínimo costará el doble y tardará cinco años en levantarse, lo cual ya es del conocimiento de AMLO y de Romero.

Al director general de Pemex le molestó que la secretaria de Energía no se haya tomado el tiempo de hacer un análisis profundo del tiempo y costo que tendría una nueva refinería en Dos Bocas, Tabasco, y que se haya basado solamente en un viaje a India, en julio del año pasado, donde visitó la refinería más grande del mundo, la cual se construyó en 36 meses con un costo de 6 mil millones de dólares. Un detalle importante es que la refinería de Jamnagar, India, llevaba varios años en planeación. La injerencia de Nahle en Pemex ha llegado a tal grado que cuando Fitch Ratings degradó la deuda de la empresa, en enero, Nahle salió a decir que no confiaban en la calificadora y que muchos economistas no iban a coincidir con la baja de nota. “No entiendo por qué hace unos meses no cambiaron la calificación; ahora se le está dando inversión, hay proyectos, se le va a flexibilizar su régimen y la mezcla mexicana del petróleo está por arriba del West Texas… No hay otra palabra para definirlas que la que usó el Presidente: hipócritas”, dijo. Además, Nahle fue una de las encargadas de cabildear con legisladores de Morena la reforma a la ley de Pemex, la cual si bien le daba un mayor poder al director general en las decisiones de la empresa, fue una noticia que puso aún más nerviosos a los analistas e inversionistas de la petrolera, presión que recayó sobre Octavio Romero y el Presidente.

La gota que derramó el vaso fue un ocio enviado por Nahle a Romero el 22 de enero, en el cual le ordenó designar a José Manuel Rocha Vallejo al frente del Sistema Nacional de Refinación, encargado de la rehabilitación de las seis refinerías existentes y del proyecto de Dos Bocas. Rocha Vallejo es un paisano de Nahle y trabajó 34 años en Pemex, donde se hizo muy amigo del esposo de la ahora secretaria de Energía, José Luis Peña Peña, quien durante la administración de Emilio Lozoya fue despedido de la empresa tras laborar ahí durante 32 años. Antes de esto, el 17 de diciembre, Nahle solicitó a Miguel Breceda Lapeyre, director de Pemex TRI, separar al subdirector de Producción de Petrolíferos, Jorge Humberto Freyre Rizo, por “emitir contraindicaciones (al plan de refinación)” y por supuestamente beneficiar a compañías privadas con contratos.

En otro oficio, fechado el 23 de enero, Nahle giró instrucciones directas a Octavio Romero para que dé prioridad y atención a los proyectos relacionados con la refinería de Dos Bocas, donde también tiene una gran injerencia otro conocido de la secretaria y de su esposo: José Alberto Celestinos Isaacs, de casi 90 años, quien fue coordinador de la dirección general de Pemex en los tiempos de Juan José Suárez Coppel y quien ahora está propuesto para ser comisionado de la Comisión Reguladora de Energía.