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IMPULSO/ Luis Ángel Sánchez R.

Columnista político

La incapacidad también es corrupción

La semana antepasada registró una frase lapidaria -por veraz- de la Senadora panista Xóchitl Gálvez: “la incapacidad también es corrupción”.

Y es que resulta que: dicha frase fue producto de la respuesta que un aspirante a integrarse como miembro de la Comisión Reguladora de Energía dio a la Senadora, resaltando dicha respuesta tanto por ser incorrecta como por pretender “resultar chistosa”; pero en realidad porque evidenció un cinismo exacerbado (por no decir, un “valemadrismo”, que evidenció que ese personaje estaba ahí, buscando chamba y sin ninguna preparación seria para ello).

La respuesta de la Senadora, de militancia panista, fue contundente e, insisto, lapidaria: “LA INCAPACIDAD EN EL SERVICIO PÚBLICO TAMBIEN ES UNA FORMA DE CORRUPCIÓN”.

Ahora bien, cabe la razonable duda sobre los alcances de su aseveración porque, es de resaltar, amable lector, que a los Diputados y Senadores, es más a los Regidores de los Ayuntamientos, a los Alcaldes, Gobernadores y, aún, al Presidente de la República, no hay ordenamiento legal, ley o código, vaya, ni siquiera principio moral, que les exija demostrar saber algo de lo que realizan o pretenden realizar en el servicio público -cuando están en campaña política, por ejemplo-.

Es decir, los políticos no tienen ninguna obligación legal de demostrar que están preparados: profesional, académica ni intelectualmente, para desempeñar de manera óptima el puesto al que aspiran, cuando así lo hacen. Incluso, la Senadora Gálvez, bien podría referir, luego de su aseveración tan veraz, qué sabe ella de derecho parlamentario o bien, de derecho en general o de administración pública o bien, demostrar con títulos académicos o con resultados analizados por empresas u organismos atinentes al respecto, el resultado de su trabajo, luego de su paso por los puestos en el servicio público que ha ocupado.

Y es que, si lo ve con objetividad, amable lector, en el caso de los representantes populares ante el Congreso o sistema legislativo de nuestro país, no tienen que demostrar nada, ni que saben escribir o leer y aún así… ellos aprueban y, hasta diseñan, las leyes que rigen a toda una sociedad… sin saber absolutamente nada de lo que están realizando, ni tampoco importándoles y eso, seguramente estará Usted de acuerdo, también es una forma de corrupción.

Sin duda que el planteamiento resulta, por sí mismo, más que debatible, piedra angular para toda una revolución, pero sin duda que es de considerar que, como ciudadanos, tenemos derecho a servidores públicos y, aún, representantes “populares”, ya no digamos dignos o morales o de honestidad proba, al menos profesionales de su materia…¿No?

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