Ciudad De México
IMPULSO/Agencia SUN
Si la tecnología está para ayudar al fútbol mexicano, ¿por qué esconderla en la final?
El árbitro Fernando Guerrero abusó de su egocentrismo en la ida por el título entre el América y el Cruz Azul (0-0 ), al no querer ser asistido por el VAR en un par de ocasiones, que perjudicaron a los equipos finalistas.
Si las Águilas y los cementeros no quieren ser protagonistas, al cuidar mejor la portería en lugar de atacar la contraria, el silbante no tiene por qué asumir ese rol. Lo que los jugadores demostraron no fue nerviosismo, fue miedo a recibir gol. El orden táctico fue la prioridad para el cotejo de ida: no errores, y los goles… para después.
La única opción para hacerle daño al rival estuvo en el balón parado. Al minuto 10, Julio César Domínguez remató con la cabeza, lo que parecía ser el primer tanto cementero, más el lance de Agustín Marchesín, estético y para las fotografías, evitó que La Máquina se adelantara en el marcador. El América contestó con contragolpe que no culminó Renato Ibarra.
Así como los futbolistas no querían equivocarse, el árbitro Fernando Guerrero, tampoco, pero eso no evitó que se le escapara marcar un penalti de Igor Lichnovsky sobre Bruno Valdez. Con el balón dividido en el aire, el paraguayo saltó antes que el chileno, quien, en lugar de patear la bola, le atinó al azulcrema. El silbante siguió el juego, sin tomar en cuenta la tecnología a su disposición.
Primera final con el VAR al alcance para un futbol parejo y justo, más Guerrero decidió tomar las riendas por sí sólo. El ego de los de negro y rosa en la final de ida, no se detuvo en la segunda mitad. Valdez se cobró el penalti que no le marcaron con un puñetazo en el rostro de Iván Marcone. Nada de nada por parte de Guerrero o de la cabina. De acuerdo con el reglamento de la FIFA, una de las funcionalidades del VAR es revisar algún incidente no visto por el juez central. Así, el arbitraje del futbol mexicano.
Con el cotejo ya frío, por la falta de hambre, una lesión congeló el Azteca. Al buscar un balón dividido, Matheus Uribe estiró la pierna derecha, sin contar que un choque con Lichnovsky atoraría su rodilla izquierda. El colombiano abandonó el cotejo y no está para el domingo. Todavía Edgar Méndez reventó el esférico en el travesaño de Marchesín. Jugada que terminó en un suspiro ahogado. Que el domingo, todo sea diferente.