IMPULSO/ Miguel A. García
Toluca
Actualmente, hasta el 30 por ciento del agua que aún se extrae del Sistema Lerma llega al Distrito Federal, esto, pese a que en el año de su nacimiento, 1951, estaba previsto para funcionar cómo máximo por 10 años, así lo reprochó la doctora en Administración pública por la UNAM, Lorena Torres Bernardino, al advertir que estos formatos de suministro del líquido son ineficientes y poco sustentables para el medio ambiente.
De acuerdo a la especialista, los sistemas de trasvase de agua generan desequilibrios graves y conflictos en las regiones que los soportan, pues traen la transformación del territorio por la creación de zonas agrícolas al margen de la ley, las cuales terminan engrosando el déficit de agua.
Asimismo, repercuten en el crecimiento descontrolado de la oferta de agua debido a la especulación urbana dentro de un modelo que, dijo, es insostenible con el tiempo.
Afirma que el trasvase tiene un fuerte costo social, pues parte de la generación de disputas por el recurso y desequilibrios sociales, ya que consigue disparar la demanda y mercado negro del agua, propiciando la explotación de los acuíferos subterráneos.
Sostiene que es necesario un replanteamiento del régimen hídrico, tema del cual, asegura, hay poco interés de los gobiernos por alcanzar o siquiera buscar nuevas fórmulas.
“Opciones las hay, los gobiernos tienen que asumir responsabilidades políticas y acuerdos, pero a través de mecanismos como el aprovechamiento de agua de lluvia y muchos más”.
De forma paralela, este sistema, dice, ha sido el gran generador de la catástrofe ecológica del Río Lerma. Este sistema de trasvase entre cuencas fue el primero en construirse en la región por el Estado de México y el Distrito Federal.
