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IMPULSO/Raúl Rodríguez Cortés

Luchas de poder en el gabinete de AMLO

Ya son por lo menos tres los frentes de lucha por posiciones de poder que se han abierto al interior del gabinete propuesto por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador. De dos de ellos ya habían filtrado indicios: El que abrieron Julio Scherer Ibarra, propuesto como Consejero Jurídico de la Presidencia, y la ministra en retiro Olga Sánchez Cordero, propuesta como secretaria de Gobernación, por temas como la relación con el Poder Judicial, la creciente confrontación con éste por la reducción de salarios y prestaciones de los jueces, y el próximo proceso sucesorio en la Corte. Y el que la propia Sánchez Cordero abrió con Alfonso Durazo, propuesto como secretario federal de Seguridad Pública, por la estrategia para abatir la inseguridad y pacificar al país, tras varios foros de análisis que no han dado los resultados esperados por AMLO.

Pero el tercer frente es de reciente aparición y devela una lucha sorda entre Rocío Nahle, propuesta como secretaria de Energía y Octavio Romero, propuesto director de Pemex. Romero, viejo amigo del presidente electo y hombre de todas sus confianzas, trae la consigna de limpiar a Pemex de la corrupción e inyectar fondos a la empresa productiva del Estado para que aumente sensiblemente su producción de petróleo, que ha caído por debajo de los dos millones de barriles diarios. Pero en las reuniones de transición ha reconocido, según algunos de los participantes en ellas, su desconocimiento de las complejidades técnicas y financieras inherentes a la operación de la empresa petrolera nacional.

Nahle, más pragmática, busca aprovechar el conocimiento de cuadros formados en Pemex, responsables de su operación cotidiana, pese a antecedentes que los vinculan con decisiones poco transparente o incluso corruptas. Este asunto es ejemplo, en un sector específico, del problema que plantea en general la propuesta reducción de sueldos en la burocracia y la eventual desbandada de cuadros que entorpecería la operación del muy complejo aparato de la administración pública.

El caso es que Nahle ha empujado para que ocupe la dirección de Pemex Exploración y Producción (PEP), la subsidiaria más importante de Petróleos Mexicanos, a Miguel Ángel Lozada Aguilar, actualmente subdirector de Aseguramiento Tecnológico de PEP. Pero fuentes al interior de la subsidiaria aseguran que conforme crece su confrontación con Romero Oropeza, Nahle ha empezado a operar para que Lozada llegue a la dirección general de Pemex, gambito que seguramente chocará con las torres de la relación de AMLO con su viejo amigo.

La pregunta es, de cualquier manera, quién es Lozada Aguilar. Se trata de un ingeniero petrolero que ha hecho carrera en Pemex desde 1983 y que es discípulo y protegido del actual director de PEP, Juan Javier Hinojosa Puebla, de quien este espacio ha denunciado grandes negocios con el otorgamiento de contratos. Pero Lozada tiene su propia historia: cuando fue administrador del mega yacimiento de Cantarell en 2001, y bajo el argumento de “disponibilidad inmediata para desarrollar el proyecto” para exceptuar la licitación, otorgó de manera directa el contrato 422201800 por 93.3 millones de dólares a la empresa Pico Delaware Limited, de Hesham Ahmed Mohammed. También es el responsable de entregar cuatro contratos por 350 millones de dólares a la estadounidense Quantum Reservoir Impact y se le recuerda por su participación en el escándalo de los “barriles de agua” cuando PEP infló en 2014 sus indicadores de producción y después de vio obligado a reducirlos. Ahí están esos datos por si le sirven a Nahle, a Romero Oropeza y/o a López Obrador.