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IMPULSO/Luis F. Canudas

La ministro Olga Sánchez Cordero y la cuarta transformación de la nación.

Pocos han sabido entender la cuarta transformación que propone el Presidente Electo, todavía menos personajes entienden las razones por las que ella encabezará la primera posición en el Palacio de Cobián. Las transformaciones por las que ha transitado México son varias, desde la conquista, nuestra independencia, la lucha intestina en todo el siglo XIX y a mediados de éste, las leyes de reforma de Sebastián Lerdo de Tejada y de Benito Pablo Juárez García, la desamortización de los bienes eclesiásticos y la separación Iglesia-Estado, imposible ignorar el territorio cedido por Antonio López de Santa Anna, el serenísimo general. Pero a finales del siglo XIX vino otra transformación nacional en las ideas y pensamientos de Porfirio Díaz Mori, estigmatizado y perseguido por la injusticia social y con la moda democrática, Díaz se autoexilio en Francia y sus restos permanecen en el panteón de Montparnasse en Paris. Allí, los parisinos, de vez en vez, le llevan flores, pues no se olvidan de que fue el operador militar que junto con Zaragoza venció al entonces poderoso ejército francés. Todavía quedan incrustados restos de las vías del tren que él promovió y construyó en sus 35 años como gobernante, impulsó las bellas artes e intentó industrializar al País. Su error fue no invertir en los pobres. Él mismo provocó la siguiente transformación: la de la Revolución Mexicana.

De una manera muy somera y porque en este espacio no podríamos abordar el derecho a la revolución y el derecho emanado de la revolución, sólo mencionaremos que la Constitución de 1917, que deroga la del 5 de febrero de 1857, de manera por demás relevante, incluye el artículo tercero, veintisiete, ciento quince y ciento veintitrés, es, en mi opinión, la constitución social más importante, por lo pronto, de Latinoamérica, pero del mundo también. Nuestra revolución, después de la bolchevique y antes que la cubana es considerada una de las más importantes, así, Friedrich Katz, quien junto con el Ministro Canudas Orezza son los personajes que más estudiaron la Revolución Mexicana. Canudas Orezza logró conjuntar para su biblioteca personal la modesta cantidad de 16,000 libros, que ahora se encuentran en exhibición en CONDUMEX. Si contamos la transformación que a México le propinó Santa Anna podríamos aseverar que el Presidente Electo no está considerando algunos sucesos históricos que cambiaron la conformación del Estado Mexicano, al menos en sus elementos más esenciales como lo es el territorio. Tampoco está considerando la transformación que vivió México en 1928 y en 1929 con la construcción de la organización política más importante que al día de hoy y con senda derrota electoral jamás podrá, precisamente por el antecedente histórico, dar por muerta, el PNR, activo entre 1929 y 1938. Tampoco se está considerando el diseño político institucional con la ecuación el monarca sexenal, el partido y el “circulo negro”, que dio paso a la conjunción de los poderes de facto de este país y a lo que todos los abogados o al menos la gran mayoría se niega a reconocer: “las facultades meta-constitucionales” y la “Real Constitución de la Nación Mexicana”. Realidad o ciencia ficción, el caso es que pocos entienden el ejercicio de las facultades meta-constitucionales. La realidad es que esta transformación dio paso a exiliar del poder político a los militares, abriendo paso al primer presidente civil de los mexicanos.

Pero en 1988 ocurrió otra transformación, dejar ser, dejar pasar, laissez faire, laissez passer, tampoco fue el orden natural propuesto por el nuevo liberalismo económico, acompañado del nuevo liberalismo jurídico y su paquete de reformas constitucionales, aprobadas entre 1988 y 1994, y las denominadas reformas estructurales que no generan un cambio en el diseño institucional de México, es decir, reformas, sí, pero de cambio en la estructura, nada, sino que, por el contrario, soportan y modernizan las que se dieron entre 1988 y 1994, las que no pueden ni deben considerarse una reforma que proponga o innove una nueva cimentación constitucional para México.

Pero hay esperanza y está cimentada en las facultades y atribuciones que el propio ministerio del interior (SEGOB) tiene. Mejor personaje para el diseño arquitectónico del nuevo mecano constitucional-administrativo no hay. Sánchez Cordero es privilegiada porque desde la Suprema Corte le tocó defender la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de los yerros de los otros dos poderes. Ahora, desde el ministerio del interior podrá frenar cualquier ataque a los postulados de la irreformabilidad de los principios jurídicos y políticos de la propia constitución. En semanas anteriores, sus comentarios causaron polémica. El tema del narcotráfico en México no es menor, no es un tema ahora mismo que compete a la Secretaría de Salud, se equivocaron quienes la cuestionaron o quienes consideraron esto una intromisión por ser un tema de salud pública, considerarlo así es muy menor. Es un tema de seguridad nacional que impacta en otro elemento del Estado Mexicano: la población. La máxima constitucional refiere que la supremacía es la salud del pueblo, liso y llano. La legalización, junto con un padrón de consumidores, es opción para despresurizar la violencia en México. Sánchez Cordero tiene la posibilidad histórica de ser la mejor ministro del interior de este país y dejar el moño muy en alto. Yo espero que haga un gran papel y supere a don Jesús Reyes Heroles. Nadie ha sabido dar la lectura correcta a la cuarta transformación que propone el presidente electo López Obrador. La cuarta transformación que se propone trata de devolver el poder político a los abogados. Ésta es la razón sustantiva por la que la doctora Sánchez Cordero será la próxima secretaría de Gobernación.

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  1. en D. Constitucional y Amparo

Especialista en Seg. Nal. INAP