IMPULSO/ Luis Ángel Sánchez R.
Antes como antes y ahora como ahora
Las características de los recientes ataques terroristas ocurridos en París obligan no sólo a dudar de su “verdad histórica” –como decimos en México-, sino de su fondo por sus secuelas, y no por visionarios, sino porque quizá de ello dependa la humanidad misma.
Y es que si se ve con objetividad -aunque guardando las proporciones-, así fue como inició la Primer Guerra Mundial, y en cierta forma también la Segunda. En el primero caso, claro está, fue el asesinato de un personaje de la realeza, que, si bien, en su calidad de personaje, representó una considerable pérdida para la cúpula de poder a la que pertenecía, fue el pretexto perfecto y suficiente para iniciar una guerra que, como todas, son peleadas por las bases sociales y al final de cuentas, de fondo, sirven para enriquecer a uno a costa de empobrecer a otros.
De hecho, resulta casi obligado destacar lo absurdo del fondo que subyace en el caso de los atentados terroristas en centros de reunión social de París, puesto que, al final de cuentas, es de sentido común entender que el resultado sería, sí, en principio, llamar la atención de todo el mundo, pero con ello, enseguida, la furia de la masas que, hemos de reconocer, se mueven más por el sentimiento que por la razón. De visionarios simples es entender que a ninguna causa conviene tener de enemigo a la humanidad.
De hecho, y abusando de la libertad que permite el espacio, cabe citar los hechos en torno al concepto “Pearl Harbor”, una base militar estadounidense estacionada en el territorio de Hawai en los tiempos casi finales de la Segunda Guerra Mundial; son de recordarse porque, esencialmente, la “verdad histórica –los hechos registrados-“ dicen que una gran flota aérea partió desde Japón, atravesó el mar y se avocó a destruir dicha flota que estaba varada y sin motivo para entrar en operaciones, obligando con ello a formular dos preguntas, de ésas que sólo “las verdades históricas de las autoridades podrían responder no sin cierta fantasía por delante: Cómo le hicieron los japoneses para que en esa época sus aviones no carecieran de combustible con tan larga jornada y, lo más importante, para qué atacar una base inactiva, siendo que el foco de peligro estaba en sus principales fronteras.
Claro está, lo de verdad trascendente e innegable de tal hecho, es que significó el pretexto perfecto para que los Estados Unidos entraran a la guerra más productiva que han tenido desde su formación como país, lo cual ya es decir mucho.
Lo importante en este momento está en que con la tecnología con que se cuenta en este momento, la humanidad puede dejar de “pelear por la paz” y generarla precisamente con su mayor fortaleza, la unidad.
