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El rescate financiero del FMI estabiliza al peso, pero crea miedo en Argentina

IMPULSO/ Edición Web
Argentina
Los argentinos desconfían de un FMI que en la crisis de 2001 recetó políticas económicas que no lograron abatir la pobreza y crispación social. Pero en los mercados, el respaldo del órgano hace que la Bolsa trepe 5.74% y el peso opere estable, en 22.6 unidades por dólar.
La inesperada noticia de que Argentina solicitó un préstamo urgente de 30,000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI) provocó ya una oleada de enojo y temor en el país sudamericano.

Desde que el presidente Mauricio Macri confirmara ayer las negociaciones con el FMI, la reacción en las calles, en los medios electrónicos y en las redes sociales fue de rechazo a la medida.

El único sondeo conocido hasta ahora, publicado por el diario El Cronista, reveló que 75% de los argentinos considera “inadecuado” pedirle auxilio al FMI. La desconfianza se basa en que el organismo arrastra en Argentina un añejo desprestigio, porque fue uno de los protagonistas de la crisis de 2001 que sumió al país en la pobreza.

En 2001, los multimillonarios préstamos del FMI vinieron acompañados de exigencias como la reducción de jubilaciones, salarios y programas sociales, conocidos en conjunto como “ajuste” del gasto público, pero al final sirvieron de poco.

Pero en los mercados otra es la percepción tras la respuesta del FMI a la Argentina. Esta mañana, el Merval, el índice de referencia de la Bolsa de Buenos Aires, subía 5.74% luego de cinco sesiones de pronunciadas bajas en las que perdió un acumulado de 12 por ciento.

El índice Merval se ubicaba en los 27,234.45 puntos a media jornada, con lo que acumula en lo que va del año una baja del 9.4 por ciento.

El peso, una de las monedas latinoamericanas más vapuleadas en los últimos días comenzó a operar estable, entre los 22.15 y los 22.60 pesos por dólar, desde los 23.50 del martes.

“Lo del FMI para el mercado es positivo siempre y cuando las condiciones no sean leoninas”, dijo un analista de la consultora Neix. “Es plata (dinero) más barata y obligaría al país a cumplir ciertos requisitos para marcar una nueva senda”, añadió.

Esto último es lo que no gusta a los argentinos, que temen que las condiciones que impondrá el FMI vuelvan a representar, como en 2001, el estallido de una crisis y un nuevo empobrecimiento.

En eso año, la renuncia anticipada del expresidente Fernando de la Rúa, 39 muertos en protestas, una pobreza superior al 50%, desempleo mayor al 20% y una profunda crisis económica, política y social fueron algunos de los resultados del mal manejos de las finanzas y se acentuaron por las fórmulas venidas de fuera.

En diciembre de 2005, el entonces presidente Néstor Kirchner anunció que usaría las reservas para cubrir en un solo pago los 10,000 millones de dólares de deuda que Argentina mantenía con el FMI.

Hoy,13 años después, Argentina se endeudará de nuevo con el FMI y el organismo exigirá la aplicación de determinadas recetas de ajuste.

En Washington, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, ya se encuentra negociando con el Fondo Monetario Internacional y su directora Christine Lagarde las condiciones del nuevo préstamo.

El ministro de Hacienda ha asegurado que el préstamo del FMI sería un “financiamiento preventivo” para evitar una futura crisis, la crisis ya está en marcha.

El escenario ya era de por si complicado para un gobierno que en las últimas dos semanas enfrentó una corrida cambiaria que devaluó en 20% el peso argentino.

Mientras los argentinos critican la solicitud de auxilio y funcionarios del gobierno negocian con el Fondo en Estados Unidos, en el Congreso los diputados aprobaron una ley de reforma del mercado de capitales, una iniciativa muy esperada y considerada clave para atraer inversiones al país sudamericano.

Los cambios incluyen aplicar el impuesto a las ganancias sobre operaciones con acciones para alinearlo con una reforma tributaria aprobada a fines del 2017. También modificará una ley del gobierno anterior permitía al regulador del mercado remover a los miembros del directorio de empresas cotizantes. EL ECONOMISTA

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