IMPULSO/ Agencia SUN
Ciudad de México
Abril es considerado por el Centro Católico Multimedial (CCM) como un mes negro y lleno de violencia.
A través de su editorial, el organismo religioso lamentó la muerte de tres sacerdotes, el deceso de los tres jóvenes cineastas de Jalisco que fueron disueltos en ácido y por los otros de Ciudad Victoria, quienes fueron atacados en su preparatoria.
En la publicación condena los delitos y crítica que en el país persistan noticias menos mediáticas de agresiones donde la juventud es blanco del crimen. “Todos los días, hay niñas o adolescentes desaparecidas; cada semana, hay jóvenes involucrados en la comisión de delitos de alto impacto, cotidianamente son presa del crimen organizado para reclutarlos como sicarios ante las carencias de empleo y la falta de oportunidades cancelando cualquier futuro decente”.
Al referirse a abril como un mes negro, se advierte que no es “sólo por el dolor que embarga a la Iglesia ante la muerte de sacerdotes bajo circunstancias violentas. Lo fue también por emblemáticos casos que revelan las condiciones dramáticas, difíciles y espantosas poniendo en riesgo más que las instituciones o la permanencia de las entidades políticas. Se juega nuestra vida social misma”.
El artículo desprecia que la sociedad mexicana haya sido “bombardeada por la cascada de información relativa al desprecio, sometimiento y degradación de la vida”, al tiempo que corre una competencia por el poder político. “Se valen del miedo de los mexicanos, obnubilando la auténtica responsabilidad del oficio de la política echando mano del no veo, no oigo y no escucho, destruyendo así nuestro tejido social”.
El órgano católico aseguró que la crueldad de este mes que termina fue peor a otros porque tuvo víctimas específicas: los jóvenes, “esos que son objeto de labia y de los tentáculos de políticos y candidatos, mismos que se extienden por ser el voto más preciado en este proceso electoral”.
Se concluyó en el texto que México se encuentra en un círculo de sangre. “En el pasado, la juventud se organizó para transformar y revolucionar. Generaciones se levantaron para marchar cimbrando las calles por derechos civiles, garantías y libertades. Fueron capaces de estremecer sistemas enteros que cayeron por el peso de sus mismos pecados. Hoy, jóvenes luchan por algo más valioso: Está en juego su vida misma”.