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IMPULSO/Julio Requena

Alquimia electoral: transformar una derrota en éxito

En el PRI, seguramente tienen un anuncio grande pegado en la puerta que a la letra dice: “Se busca alquimista”, mismo que fue rayoneado por el candidato presidencial del Frente con la leyenda: “Nosotros también”. Para los que no sepan de qué se trata la cosa, es simple, los alquimistas eran los únicos que podían convertir un pedazo inservible de plomo o hierro en oro, cambiando por completo su valor ante toda la sociedad.

Ambas fuerzas políticas se niegan a plantear su estrategia política aceptando la realidad, que indica que la gente está cansada de los políticos de siempre, de falsas poses de gente que sabe gobernar y no ha podido cambiar este país pese a los cargos que ha ocupado, o bien, que hoy es oposición cuando antes era comparsa. La gente se pregunta, si se puede cambiar el país, ¿por qué no lo han hecho?

Es allí donde el tabasqueño, Andrés Manuel López Obrador, les lleva ventaja, pues, desde fuera, la idea de cambiar las cosas “cuando llegue” es más creíble porque no ha ocupado cargos en un gabinete presidencial, hubo cambios mínimos en su gobierno al frente de la Ciudad de México, como el Segundo Piso libre, las pensiones para adultos mayores y los medicamentos a domicilio, que otros aspirantes proponen hoy, sin olvidar la creación de la Universidad de la Ciudad de México con financiamiento partidista de los militantes y autoridades emergidos de Morena.

Esto no es gratuito, AMLO se ha visto inteligente al no ganar ninguna Gubernatura que pudiera exhibir el pésimo ejercicio de gobierno de algunos cuadros que repetirían en sus entidades los ejemplos que se han visto en algunas delegaciones de la capital mexicana, de ahí la postura de respetar algunas derrotas electorales sin acciones violentas ni protestas sociales que –como en el Estado de México-, pudieran cambiar el resultado electoral y el PRI ha aceptado no perder ningún Estado, pese a que, si lo hubiera hecho, la gente ya sabría de qué está hecho Morena.

Entonces, para la gente, la esperanza vive porque Andrés Manuel no ha tenido cargos en el Gobierno federal desde donde cambiar la realidad del país y los otros s y no lo han hecho. Seguramente, priistas y panistas, e incluso algunos perredistas, sacarán datos, logros, resultados y, sin duda, avances, pero en la percepción de la ciudadanía nada han hecho para que vivamos mejor “como lo haría AMLO”.

Vea usted la cruel realidad: no hay hechos ni logros que puedan tumbar la esperanza, aunque fuese una mentira, porque ninguna estrategia política del PRI o del Frente se han enfocado a cambiar la percepción que tiene la gente del actual gobierno, de las administraciones panistas.

También comenten otro error: esperar que Andrés Manuel vaya al primer debate, cuando los estrategas políticos recomiendan a quien va de puntero nunca debatir porque se tiene mucho que perder y nada que ganar. ¿A qué iría López Obrador al debate? A dejar que José Antonio Meade lo cuestione y lo ponga en ridículo, a que Ricardo Anaya lo ataque, a que El Bronco se le vaya a la yugular o que Margarita Zavala lo exhiba como incongruente o anticuado.

Pero además, si no va, de todas maneras les va a ganar el debate mediático, porque ese día todos se centrarán a hablar de su ausencia, y el día después la noticia será su ausencia al debate, nadie se acordará de lo que dijeron o hicieron los demás aspirantes presidenciales. ¿Es eso tan sencillo y tan difícil de entender?

Ojalá me equivoque y vaya, sería la primera oportunidad que tienen todos para subir y él para bajar. Pero usted amigo lector ¿acudiría a una cita para que lo golpeen tres hombres y una mujer, solo por el simple gusto de asistir?

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