Diciembre 23, 2024
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IMPULSO/Julio César Medina Ruiz
El reto de ser candidato (y no morir en el intento)

Una dualidad que aparece frecuentemente en el juego político es aquella que otorga un mayor peso al partido político o corriente que postula a un candidato a puestos de elección popular, y la que sostiene que es el candidato, con sus atributos personales y no el partido, quienes determinan el triunfo de un proyecto electoral.
En el actual proceso, hay quienes parece que han perdido incluso la brújula de esta dicotomía.
Por inicio de cuentas, en pocas ocasiones recientes, los partidos políticos se presentaban al proceso electoral tan desdibujados como ahora.
El Revolucionario Institucional y sus aliados recientes no encontraron la fórmula para lograr aparecer en el escenario como una fuerza uniforme y decidida a obtener el triunfo electoral, y apuestan ahora a las características personales y profesionales de sus candidatos, no solo a la Presidencia de la Republica (como caso principal), sino también con la mayoría de los candidatos a Gobernador y no pocos a legisladores o integrantes de los ayuntamientos.
Por su parte, el PAN, se encuentra hundido en una de las mayores crisis de credibilidad al ceder como parte de la conformación del Frente por México, posiciones fundamentales al PRD y a Movimiento Ciudadano, que hoy no logran impactar a sus miembros ni con la identidad de partido, ni con los merecimientos personales de quienes han sido designados candidatos, y en varios casos, aún se desconoce quién encabezar proyectos a diputados o ayuntamientos. La fortaleza ideológica de PAN y de PRD hacen incompatibles para algunos, defender los preceptos que enarbolan y buscan también (irónicamente, dos de los partidos políticos más representativos del país), contar con la fortaleza del candidato como el mayor aporte a un posible triunfo.
En el caso de MORENA, Partido del Trabajo y Partido Encuentro Social, incluso de manera previa al arranque del proceso electoral, fueron cuestionados por sus opositores respecto a la figura unipersonal de poder dentro de los partidos. Se ha cuestionado sobre manera si su candidato a Presidente de la Republica es de MORENA o si MORENA es del Candidato a la Presidencia de la Republica. Al paso del tiempo, incluso los adversarios parecen darle la razón en la estrategia seguida. Sin tener una respuesta clara a la pregunta previa, el movimiento social MORENA concentra uno de los mayores reconocimientos entre el electorado, al grado de no requerir el nombre de su principal figura para hablar de “ya sabes quién”.
El caso de los candidatos independientes es el único con la definición del proyecto: todos van con el candidato.
En el Estado de México, aparece un nuevo partido político, Vía Radical, que, en la búsqueda de candidatos a los diferentes cargos, tampoco apuesta por una definición ideológica o un perfil determinado de quienes defiendan sus siglas en el próximo proceso, sino que ha invitado lo mismo a ex militantes de partidos, a empresarios, a líderes vecinales o a integrantes del Magisterio, a encabezar proyectos que en la mayoría de los casos, remaran contra corriente justamente por el reconocimiento de los personajes, pero con la falta de solidez institucional de los partidos con mayor tramo recorrido.
¿Cuál debería ser entonces, la ruta a seguir por un candidato para ganar su elección? ¿apelar a la fuerza del partido o destacar sus cualidades personales? ¿presentarse como la mejor opción a pesar del lastre de su partido? ¿0 separarse lo máximo de la firma que lo postula, a costa de la separación del voto duro que cada uno de ellos presume?
Cada elección será diferente. Lo que para unos sea funcional, posiblemente para otros sea el inicio de la derrota.
El candidato entonces debe centrarse hoy en definir su margen de actuación: no es responsable de todas las elecciones (salvo la suya) y no será recompensado por los votos de su partido en otras latitudes (salvo la suya también).
Un diagnóstico correcto es la base para determinar el camino a seguir: le permitirá contar con las mejores herramientas, evaluar sus máximas capacidades y espacios de oportunidad y finalmente, diseñar la estrategia correcta que empate con los valores de la comunidad que busca representar. Todo esto es la base para ser candidato y no morir en el intento.

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