José Antonio Crespo
Muchos se preguntan qué va a hacer Peña Nieto si su candidato, José Antonio Meade, no logra remontar el tercer lugar en que la mayoría de las encuestas lo ubica. Muchos consideran que Peña buscaría pactar con Ricardo Anaya para detener a López Obrador, como ocurrió en 2006 y 2012 entre PRI y PAN. Pero la guerra frontal que hoy viven esos partidos tras la sucia elección de Coahuila lo hace improbable. En todo caso, a Peña, seguramente, lo que más le interesa es preservar su impunidad, dados los múltiples flancos por los que podría ser llamado a cuentas.
Ante la persecución mediática de la PGR a Anaya (y el silencio del INE), éste ha escalado el conflicto, y con todas sus letras dice que romperá el pacto de impunidad que ha prevalecido hasta ahora. Fox pactó con Zedillo; Calderón, con Fox, y Peña Nieto, con Calderón para preservar la impunidad del presidente saliente. En cambio, López Obrador ha enviado señales en sentido contrario desde 2016, cuando señaló: “A los integrantes del grupo en el poder (les decimos) que… no les guardamos ningún rencor y les aseguramos que tras su posible derrota en 2018 no habrá represalias, persecución o destierro para nadie” (2018 La salida, 2016). Sus seguidores quieren interpretar eso como un perdón espiritual, más no legal. Parece otro giro de estrategia respecto de 2006.
Existe la versión de que durante el desafuero de 2005, emisarios de Fox buscaron pactar su impunidad con AMLO, pero el tabasqueño se negó. Entonces Fox echó mano de todo lo que pudo para impedir el triunfo de AMLO (y lo presumió públicamente). Ahora al parecer López Obrador considera mejor ofrecer la impunidad al gobierno saliente a cambio de que no entorpezca o impida su eventual triunfo. Así, si Meade no logra superar su tercer lugar (y cae desplomado) podría llegar el momento en que Peña deba elegir con quién pactar su impunidad. En tal caso sería mayor la probabilidad de que Peña lo haga con López Obrador. Son muchos los agravios que ha recibido Anaya por parte del gobierno, por lo cual no le conviene ahora a Peña que el panista llegue a la Presidencia (como a Fox no le convenía que llegara López Obrador en 2006). ¿Anaya sería confiable para Peña, más que hacerlo con AMLO, con quien no hay ofensa personal? Maquiavelo recomendaba que si has de agraviar a algún rival, lo hagas de tal manera que no le dejes en pie, pues siempre buscará vengarse. Y en todo caso, jamás ponerte en sus manos, ofrezca lo que ofrezca, pues no habrá olvidado el agravio y procederá a su venganza. Le pasó a César Borgia que pactó su impunidad con el cardenal Della Rovere, agraviado por él y su padre el Papa. Al llegar al papado (como Julio II) gracias a los votos de Borgia, procedió contra éste, incumpliendo su promesa de perdonarlo (y ponerlo al frente del ejército de la Iglesia).
Así, a Peña le resultaría más confiable la palabra de López Obrador, quien ha mandado varios mensajes en ese sentido. Sería la manera en que Peña buscara preservar su impunidad y AMLO asegurar su acceso a la Presidencia. Desde luego Anaya, orillado por la PGR a radicalizar su discurso, busca también convencer al elector de que, si desea que se llame a cuentas a Peña Nieto, habrá mayor probabilidad de que eso ocurra con él en la Presidencia. Algunos sondeos sugieren que 90% prefiere un juicio a Peña que un perdón con amor y paz. Falta por ver si los electores creen que Anaya va en serio, pues a muchos —en particular obradoristas— todo les parece una simulación del PRIAN (al que no conciben peleado, por ser dos partidos fundidos en una y la misma entidad). Sabemos que los dogmas resisten cualquier evidencia de la realidad. Y este del PRIAN indisoluble es uno de los más fuertes en el obradorismo. Otros recuerdan que Fox prometió combatir a los “peces gordos” de la corrupción priísta, y no hizo nada al respecto. Habrá que ver si la oferta de Anaya altera las intenciones de voto a su favor, o simplemente no se le cree.