Julio 16, 2024
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Intensidad que no decepciona

IMPULSO/ Agencia SUN
Jalisco
Al final nadie quería perder. Las Chivas sabían que no daban para más y el América, conscientes de que sumar siempre es bueno, se conformó. Clásico empate (1-1), en el Clásico de clásicos. Cuando quisieron ambos equipos pudieron, lo que pasa es que quisieron muy poco, aunque el juego fue intenso.
Empate a un gol que sirve de poco al Guadalajara porque seguirá en los últimos lugares de la tabla y al América menos, pues en riesgo está de perder su liderato, aunque el invicto continúa. No hubo humillación de las poderosas Águilas a las débiles Chivas. El Clásico no decepcionó por lo intenso, pero sí por la actitud al final.
Nadie quería perder y se conformaron con eso. Aunque el juego, por momentos, estuvo de alarido. Después de los primeros 20 minutos que se jugaron en el estadio de las Chivas, nadie hubiera dudado decir que el líder era el Guadalajara y el sotanero el América.
El Rebaño bailó a las Águilas, que sólo correteaban la pelota. Entre un Pulido vuelto volante y un Pizarro en gran nivel, los capitalinos ni vieron el gol de Jesús Godínez. Premio al esfuerzo.
Algarabía en el Akron, felicidad en la banca del Guadalajara que festejaban, como siempre, como si hubieran ganado la final del Mundial, pero fue tanta la dicha que se olvidaron de que el juego no había acabado. Y que América había despertado.
¿Por qué las Águilas esperaron a estar en desventaja para comenzar a jugar? Misterio sin resolver, aunque mucho tuvo que ver la actitud del Rebaño, que parecía espantado después de haber hecho la maldad.
La respuesta del América fue inmediata. Cecilio anotó pero su tanto fue invalidado.
Más Oribe vino al rescate. No es el más alto, pero gana todo por arriba. No es el más rápido pero llega a todas las pelotas. No es el más fuerte pero siempre gana en los choques.
Y con esa facilidad de ser un futbolista completo, Oribe igualó, haciendo ver demasiado mal a Oswaldo Alanís, al que le hizo una real faena… Y el Clásico volvía a estar igualado.
Después de cinco minutos de vorágine, América fue el que salió más fortalecido. Las fallas de la zaga de Chivas eran aprovechadas una y otra vez por las Águilas hambrientas de más gloria, que les negó el francés Ménez, intrascendente en casi toda la primera parte y egoísta en la definición, porque la única que tuvo se le pudo ceder a Oribe…
Y la “Chofis”, al que le gusta que le llamen “Edu”, volvió a ser ese jugador al que le falta el centavo para el peso. Era suya, estaba solo, pero la falta de nervios de acero hizo que echara el balón fuera de la portería… Y por eso le siguen llamando la “Chofis”.
El clásico se volvió de fuerza, de pegar, de ir hasta la última pelota. Caídos en todas partes. Heridos por todos lados. Reclamos de todos los niveles.
Fernando Guerrero trata de llevar todo a buen puerto. Nada tiene contento a Miguel Herrera, ve que el arbitraje favorece a los locales. Ibarra es derribado en el área por el “Aris”, parece penalti…
El juego se estanca. Herrera mira a su banca y no se atreve a hacer el cambio. Almeyda mete a Brizuela en busca de revolucionar su juego.
Nadie quiere perder. Nadie arriesgar de más. El árbitro agrega minutos que no servirán de nada. Cada quien tuvo su momento, y los dos lo aprovecharon de la misma forma. No quisieron perder, y con el empate se conformaron.

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